Las duchas del Papa
El Vaticano construye baños para indigentes al lado de San Pedro
El profundo mensaje social de Francisco no se queda en meras palabras. El papa argentino ha prodigado desde el primer día sus gestos hacia los pobres y ha instaurado un estilo humilde, muy lejano a los atributos monárquicos que fueron inherentes a su posición durante siglos. Jorge Mario Bergoglio ha arrinconado los vehículos de gran cilindrada, incluso en el extranjero cuando es huésped de otros jefes de Estado, y ha preferido vivir en la habitación de una residencia, la Casa de Santa Marta, en lugar del espacioso apartamento papal. En línea con estas actitudes tan franciscanas, el limosnero pontificio, el arzobispo polaco Konrad Krajewski, ha anunciado que, a partir del próximo lunes, comenzarán las labores para construir tres duchas para indigentes en uno de los flancos exteriores de la plaza de San Pedro, bajo la soberbia columnata de Bernini, en el local que ya ahora alberga aseos para peregrinos.
Krajewski, un hombre que transpira entusiasmo por el cargo que desempeña y por el respaldo constante que recibe del Papa, explicó sus planes en una entrevista con el diario turinés La Stampa y luego en Radio Vaticano. La idea se le ocurrió después de saludar por la calle a un indigente, Franco, un italiano que lleva un decenio sobreviviendo en la calle. Este le dijo que aquel día cumplía 50 años. El prelado lo invitó a cenar. “Pero huelo mal...”, se excusó Franco. Krajewski insistió y finalmente fueron a un restaurante chino. Allí el indigente le explicó los problemas que tienen los sintecho romanos para la higiene personal.
El limosnero consultó al Papa y este lo animó a instalar las tres duchas en la plaza de San Pedro y a procurar que haya también estas instalaciones al servicio de los pobres en una decena de parroquias de la ciudad. “Damos dignidad a estas personas si pueden lavarse”, explicó el arzobispo, y recordó que, en las estaciones de tren, hay duchas, pero son de pago. Las que tienen Cáritas y la Comunidad de San Egidio no son suficientes para la población de los sinte- cho. Krajewski vertió críticas indirectas al Ayuntamiento de Roma por no haber previsto estas instalaciones e ironizó sobre los plazos muy largos y la burocracia que los entes públicos necesitan para autorizar proyectos de estas características. “El Evangelio nos dice que hay que hacerlo hoy, ayudar a la gente hoy, no mañana –insistió el limosnero ante Radio Vaticano–. Eso se podía hacer de inmediato, simplemente hablando con los párrocos, incorporando duchas a los aseos existentes. Esta es una acogida del párroco y de la comunidad parroquial”. El arzobispo admitió que se requiere cierta infraestructura de limpieza, de voluntarios. “Nosotros somos el servicio de emergencia del papa Francisco y nuestro dinero debe ser distribuido de modo evangélico –concluyó–. Construir estas duchas para los sintecho es, para muchos, una bendición, también para la ciudad. Es algo que podemos hacer, nuestra pequeña contribución”.
La sede del limosnero pontificio –una institución creada en el siglo XIII– está en uno de los pocos edificios en el interior del Vaticano a los que se puede acceder sin permiso. Basta con entrar al recinto por la puerta de Santa Ana y decir a los guardias suizos que se quiere ir a comprar “pergaminos”. Así se llaman los diplomas que emite la oficina del limosnero. Son las famosas bendiciones apostólicas, unos documentos con el sello papal que pueden encargar fieles de todo el mundo con motivo de aniversarios, bautizos, comuniones, matrimonios, ordenaciones sacerdotales y otros acontecimientos. El dinero que se ingresa por estos diplomas –más otras donaciones extraordinarias– se dedica a obras de caridad, a pequeñas ayudas muy repartidas, el grueso en la ciudad de Roma. Muchos sintecho conocen a Krajewski (le llaman don Corrado), el ángel de a guarda que les envía el Papa.
El limosnero pontificio ayuda a los pobres con los ingresos que dan las bendiciones apostólicas