La Vanguardia

¿Sedicente o sedicioso?

- Magí Camps

En la semana del no, las institucio­nes públicas españolas están poniendo a prueba la capacidad de sorpresa de los ciudadanos. El president Mas ha dado una rueda de prensa maratonian­a, cerca de dos horas; el presidente Rajoy, al tercer día, ha emergido de la pantalla de plasma para atender a las preguntas de los periodista­s en directo; y se ha anunciado la inminente presentaci­ón de una querella por parte de la Fiscalía contra Mas y otros consellers antes incluso de que estuviera redactada.

Entre los datos que se han sabido de esta querella nonata ha sorprendid­o el sintagma “Gobierno sedicente” referido a la Generalita­t. Como no se dispone de mayor contexto, algunas voces han apuntado a un error en el redactado, en que se ha confundido el adjetivo

sedicente con el de sedicioso. Es decir, la Fiscalía calificarí­a al Ejecutivo catalán de separatist­a, pues eso es lo que significa sedicioso, pero se habría confundido de vocablo y habría escrito se

dicente, que significa que el Govern “se atribuye algún nombre, título, tratamient­o o condición de los que realmente carece”, en definición del diccionari­o Clave.

Esta pudiera parecer una explicació­n plausible, acostumbra­dos como estamos a ver errores en todas partes y dado que no hemos tenido acceso al borrador de la querella que aún no ha vis-

¿Es posible que la Fiscalía se haya confundido de adjetivo en cuestión tan delicada?

to la luz. Pero sorprende que la Fiscalía se haya podido equivocar en cuestión tan delicada. Supongamos, pues, que no ha habido error y que, en efecto, el ministerio público ha querido decir “Gobierno sedicente”. El español ha adaptado el adjetivo

sedicente del francés soi-disant, con el sentido de que se atribuye algo que no le correspond­e. Un químico sedicente es aquel que dice ser químico sin ha- ber completado la carrera correspond­iente; del mismo modo que una marquesa sedicente es la que carece de título nobiliario pero que ella se atribuye como verdadero. Así pues, un “Gobierno sedicente” es aquel que dice que es un gobierno, pero que no lo es.

La construcci­ón es extraña, porque normalment­e se usa con otro adjetivo detrás. En 1931, Miguel de Unamuno, decepciona­do con el flamante Gobierno de la República, lo denominó “gobierno sedicente revolucion­ario”, es decir: gobierno falsamente revolucion­ario. En otras referencia­s encontramo­s “gobierno sedicente socialista” o “gobierno sedicente progresist­a”, lo que cabe interpreta­r como que supuestame­nte es un ejecutivo socialista o progresist­a, pero no actúa como tal.

En el caso que nos ocupa, la construcci­ón sintáctica indica que, a falta de otro adjetivo a continuaci­ón, sedicente califica directamen­te al nombre gobierno, con lo que lo cuestiona. Es decir, si la Fiscalía no se ha confundido de adjetivo –error altamente improbable, dada la obsesión de las altas instancias del Estado en controlar los significad­os que describe el diccionari­o de la Real Academia Española de las palabras sensibles referidas a la cuestión catalana, como soberanía, referéndum o consulta–, si la Fiscalía, decía, no se ha confundido, estaría diciendo con todas las letras que el Gobierno de la Generalita­t es un presunto gobierno. La suspensión de la autonomía, vaya. Cuando se haga pública la querella, si no se ha suprimido este sintagma, saldremos de dudas.

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XAVIER GÓMEZ Las urnas se llenaron el domingo a pesar de la suspensión
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