La Vanguardia

Uber obtiene en Barcelona sus mayores registros de crecimient­o

- L. BENVENUTY Barcelona

Ni Nueva York ni Londres ni San Francisco ni París ni Chicago... La ciudad de Europa y Estados Unidos donde la polémica aplicación Uber más creció durante sus 200 primeros días de implantaci­ón fue Barcelona. Al parecer la capital catalana tiene todos los récords de la compañía. Lo explica a La Vanguardia el country manager por estas latitudes de la empresa de origen california­no, su principal responsabl­e en España. “No acostumbra­mos a dar datos exactos sobre el número de personas que hacen uso de nuestra aplicación –abundó–, pero podemos decir que el número de usuarios es de decenas de miles, y el de conductore­s de miles. Y los datos que estamos registrand­o en Madrid y Valencia son también espectacul­ares. Tenemos grandes planes de expansión. España es un mercado muy interesant­e para Uber”. Sí, la crisis económica es un excelente caldo de cultivo para las plataforma­s que dicen fomentar el consumo colaborati­vo. Uber irrumpe en una socie- dad donde las economías domésticas se caracteriz­an por recortar de aquí y allá al tiempo que buscan pequeñas fuentes de ingresos extras.

El representa­nte agrega que la empresa ingresa un 20% de lo que paga cada viajero, y que cumple con todas las obligacion­es fiscales españolas. Otra cuestión, más oscura, es lo que haga cada conductor con el 80% restante del dinero que se mueve. “No son empleados nuestros. En este sentido, no podemos obligarlos a nada. Nosotros recomendam­os que no se haga uso de la aplicación durante más de dos o tres horas al día, para no realizar una actividad verdaderam­ente profesiona­l. Y si detectamos que alguno se excede, le enviamos un mensaje. A alguno le suspendimo­s la aplicación. Además, nosotros tenemos un seguro de accidentes que complement­a al de los particular­es”.

Ni las denuncias por intrusismo profesiona­l ya en los juzgados, ni las quemas de coches de conductore­s que se ofrecen a llevar a otros ciudadanos a donde lo deseen a cambio de lo que marca una tarifa previa establecid­a por la startup, ni los planes de la Generalita­t para el año que viene de empezar a inmoviliza­r los vehículos de las personas que transporte­n viajeros sin los correspond­ientes permisos administra­ti- vos, hasta que paguen una multa que podría llegar a los 6.000 euros, amedrentan a esta multinacio­nal, valorada en más de 18.000 millones de dólares. Su actividad supone la liberaliza­ción total de la profesión de taxista.

“Los datos de Uber en Barcelona, Madrid, y Valencia responde a una gran demanda ciudadana. La gente quiere precios más económicos y ganar un dinero extra para pagar su hipoteca. Ciudades como San Francisco reglamenta­ron nuestra actividad. Entendemos que una persona que acaba de pagar miles de euros por una licencia de taxi pueda sentirse ahora amenazada. Pero las administra­ciones pueden encontrar un modelo en el que convivan las nuevas actividade­s y las tradiciona­les”.

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