Merkel contra todos.
La cumbre del G-20 revivirá hoy la tensión entre los países que apuestan por el crecimiento y la intransigencia de la Alemania de Merkel. En la foto, la canciller recibe un hongi, el tradicional saludo maorí.
La prueba de la patética situación de la zona euro es que ayer la noticia de un minúsculo crecimiento del 0,2% en el tercer trimestre fue considerada positivamente porque evitaba una temida recesión. Este “milagroso” crecimiento europeo fue fruto, sobre todo, del mejor comportamiento del previsto del “enfermo” francés, y a que la arrogante Alemania evitó entrar en recesión por los pelos.
La ineficiente oficina estadística de la Unión Europea, Eurostat –no olviden, los inocentes que se creyeron las cuentas griegas–, explicó ayer que los 18 países que integran la unión monetaria europea crecieron a un trepidante ritmo trimestral del 0,2% entre julio y septiembre (el doble que el 0,1% del trimestre anterior). Respecto al mismo periodo del 2013,
La escasez del crecimiento anticipa conflictos en el G-20 con Alemania en la posición de Míster No
el crecimiento se mantuvo en el 0,8%, como en el segundo trimestre. Así que los analistas decidieron celebrar que “una recuperación lenta parece imponerse a una tercera recesión”, según Nick Kounis, economista del ABN AMRO.
Este crecimiento absolutamente insuficiente coincide con una minúscula inflación del 0,4% en octubre. Y en el corto plazo que los arquitectos de la resurrección de la obsoleta “teoría de la oferta” en un país con seis millones de parados y en una zona euro cuya demanda interna es hoy un 4% inferior a la del 2008, como claman los estadounidenses.
El dato no bastará para unir a las grandes potencias europeas ante la reunión del Grupo de los Veinte países más desarrollados (G-20) porque Francia e Italia insisten –como Estados Unidos, Canadá, el Reino Unido y cualquier economista con sentido común– en situar el crecimiento y el empleo en lo alto de la agenda de la política económica y relegar a un segundo plano la neurótica obsesión por la reducción de los déficit públicos que, como es lógico, solo disminuirán cuanto vuelva la actividad a la economía y se creen nuevos puestos de trabajo. Pero Alemania es ajena a las aportaciones de Keynes y no considera que los países con presupuesto equilibrado y monumental excedente comercial deben contribuir a un reequilibrio general gastando más. incluye al presente, los llamados expertos que orientan a los mercados financieros no excluyen que el crecimiento se esté frenando todavía más en esta recta final hacia el fin de año. Motivo por el cual los expertos esperan que el Banco Central Europeo (BCE) adopte medidas adicionales de estímulo monetario a finales de año o principios del próximo, incluyendo la eternamente esperada (desde el “haremos lo que haga falta” de Mario Draghi en julio del 2012) compra de deuda soberana, No hay que olvidar que el BCE es incapaz de cumplir su mandato de garantizar la estabilidad de precios (2%) desde que hace más de un año la inflación bajó del 1%. Y tal como late hoy en día la economía real resulta difícil imaginar que el crecimiento superará otro escuálido 0,1% en el primer trimestre del próximo año.
Las tensiones geopolíticas, el deterioro de la confianza y la sensible desaceleración del comercio internacional apuntan a un primer semestre del 2015 igual de anémico que la segunda mitad de este 2014.
Por países, el tercer trimestre se salda con un insignificante crecimiento del 0,1% de la primera potencia de la unión monetaria y modelo que seguir, Alemania. La sorpresa, si cabe calificar así un crecimiento del 0,3%, vino del “enfermo oficial” de la zona euro, Francia. “La actividad parece recuperarse pero sigue siendo demasiado débil para crear los empleos que necesita nuestro país”, reconoció el ministro de Economías y Finanzas, Michel Sapin, repitiendo que hay que actuar más para estimular el crecimiento y la creación de empleo. Curiosamente, Sapin es uno de