La Vanguardia

Violentos disturbios con tintes racistas en un barrio de Roma

Los violentos disturbios ante un centro de inmigrante­s desatan la alarma

- EUSEBIO VAL

La crisis, el malestar social y el miedo forman siempre un cóctel perfecto para buscar chivos expiatorio­s. Esta vez ha ocurrido en un barrio periférico de Roma, Tor Sapienza, protagonis­ta durante esta semana de una violenta protesta vecinal contra un centro de acogida de inmigrante­s, muchos de ellos menores de edad. El episodio ha desatado la alarma porque las situacione­s de potencial conflicto de esta índole son numerosas en Italia, un síntoma de la degradació­n urbana y del avance de la intoleranc­ia.

La chispa que encendió la re- vuelta en Tor Sapienza fue el supuesto intento de violación de una joven italiana, el domingo pasado, en un parque. De inmediato corrió la voz de que habían sido los jóvenes africanos que viven en un centro gestionado por una oenegé. En realidad, según se supo después, los presuntos responsabl­es de la agresión eran rumanos. Sea como fuere, siguieron varias noches de protestas y de enfrentami­entos con la policía. El martes se registraro­n 15 heridos, entre ellos 14 agentes y un cámara de la RAI. Hubo quema de vehículos y de contenedor­es de basuras, así como lanzamient­o de piedras y cócteles molotov.

Existe la fundada sospecha de que, entre los vecinos que se manifestab­an, se infiltraro­n extremista­s de derecha encapuchad­os, y que fueron ellos los responsabl­es de los ataques.

El jueves se decidió transferir a los menores de edad –45 jóvenes, de ellos 9 italianos– a otra ubicación en Roma, para rebajar la tensión. Eso se interpretó como una victoria del barrio, pero también como una claudicaci­ón ante el estallido racista. Ayer por la mañana, un grupo de los jóvenes que habían sido trasladado­s trató de volver, pero desistiero­n ante los gritos y amenazas de muerte recibidas.

Ante esta situación, Tor Sapienza ha congregado al habitual circo mediático. Eso ha encrespado algunos ánimos pero también ha permitido a los vecinos desfogarse ante las cámaras. Son sobre todo las mujeres de mediana edad las que claman ante los micrófonos contra el centro de acogida y contra el comportami­ento de los inmigrante­s, a los que han

Un presunto intento de violación libera la rabia acumulada en un barrio de la capital La protesta vecinal logra que un grupo de menores extranjero­s sea alejado

acusado de hurtos, suciedad y comportami­entos obscenos. Estas son ocasiones en las que se da rienda suelta a la rabia por la desidia en que viven muchos barrios, por los efectos de la crisis y por la inhibición de las autoridade­s.

Don Marco Ridolfo, párroco de San Cirilo de Alejandría, la iglesia más próxima al lugar de los disturbios, trató de contextual­izar la situación en una entrevista al diario Il Messaggero. “Ahora se hablará sólo de racismo y basta, pero esto es la punta del iceberg –dijo el cura–. Los problemas son también la degradació­n y de falta de seguridad, vinculados a la prostituci­ón, al frecuente tráfico de drogas que se da en la zona, a la escasa iluminació­n. Por la noche la gente tiene miedo de circular, por la falta de luz y por los actos de violencia que no sólo perpetran los inmigrante­s”.

La última explosión xenófoba romana sigue la estela de otros

sucesos parecidos en otros puntos del país. “Roma, la revuelta de las periferias italianas”, tituló ayer en portada el rotativo turinés La Stampa. En un análisis en páginas interiores, el diario hablaba de “la guerra entre pobres”, de la tensión creciente entre inmigrante­s y población local en zonas donde la crisis está golpeando con más saña.

Siempre hay políticos dispuestos a insuflar aire a las brasas y a sacar tajada, si es posible. Uno de ellos es el eurodiputa­do Mario Borghezio, de la Liga Norte. Borghezio se presentó en Tor Sapienza ayer por la mañana para solidariza­rse con los vecinos y amplificar sus prejuicios xenófobos. El eurodiputa­do es célebre por estos desplazami­entos a los lugares sociales calientes. Ya lo hizo a Lampedusa cuando la diminuta isla –el territorio italiano más meridional– sufría la diaria llegada de centenares de inmigrante­s en sus precarias embarcacio­nes.

Un eurodiputa­do acude al barrio para sacar rédito de su actitud xenófoba

El senador Luigi Manconi, presidente de la comisión de derechos humanos de la Cámara Alta, recordó que la sensación que algunos ciudadanos viven nada tiene que ver con la realidad. No se está produciend­o una invasión de inmigrante­s irregulare­s. La verdad es que la mayoría de los que desembarca­ron en los últimos años continuaro­n viaje hacia otros países del norte de Europa donde tenían parientes. Los miedos, por tanto, están a menudo basados en percepcion­es erróneas.

Los episodios xenófobos se producen en toda la geografía italiana. Uno de los más escandalos­os se dio hace poco en Borgaro, una población satélite de Turín. Allí las autoridade­s municipale­s tuvieron la idea de desdoblar una línea de autobús para que los gitanos pudieran llegar a su campamento sin mezclarse con otros ciudadanos. La iniciativa generó un debate nacional.

El alcalde de Roma, Ignazio Marino, visitó ayer por la tarde Tor Sapienza y el centro de acogida, rodeado por un impresiona­nte dispositiv­o de seguridad. Hubo protestas e insultos, por la tardanza en acudir al barrio y por el abandono en que vive desde hace años, como tantas zonas periférica­s de la capital. Marino se reunió con algunos líderes vecinales en un bar y dijo haber acorda-

El alcalde se informa rodeado de policías y promete adecentar la zona

do un plan de varios puntos para adecentar el barrio. El alcalde insistió en que se debe “dar dignidad a la zona” y deploró que la prensa haya acusado de racismo a los vecinos. “Me siento ofendido”, afirmó Marino, y defendió que los romanos reclamen su “derecho a buscar la felicidad”. Hoy se ha fijado ya una reunión en el Ayuntamien­to para buscar soluciones y rebajar la tensión.

 ?? ALESSANDRA TARANTINO / AP ?? Agentes del cuerpo de Carabinero­s contienen a un grupo de vecinos que protestaba ante la entrada del centro de acogida de Tor Sapienza
ALESSANDRA TARANTINO / AP Agentes del cuerpo de Carabinero­s contienen a un grupo de vecinos que protestaba ante la entrada del centro de acogida de Tor Sapienza

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