La Vanguardia

La justicia y la razón (o la razón de la justicia)

- Màrius Carol DIRECTOR

SANTIAGO Rusiñol escribió en una ocasión que cuando un hombre pide justicia es que pretende que le den la razón. La sensación es que Mariano Rajoy sintió que Artur Mas le había ganado la mano tras el 9-N, así que la carta que al día siguiente recibió la interpretó como el remate de la partida. Un político catalán que se intercambi­ó mensajes telefónico­s con el inquilino de la Moncloa asegura que Rajoy estaba casi tan enfadado como desconcert­ado, y las peticiones de Mas en este contexto le parecieron poco menos que una pistola en el pecho. Así que decidió que la justicia entrara en escena. O, en palabras de Rusiñol, que esta le diera la razón. A partir de ahí, el enredo se ha hecho poco menos que imposible de desenmarañ­ar. Nunca los fiscales habían ocupado tantos días seguidos las portadas de la prensa. Lo que no es una buena señal, pues los fiscales tienen como misión promover la acción de la justicia en defensa de la legali- dad, pero en ningún caso hacerles el trabajo a los políticos. Y mucho menos complicárs­elo a los gobernante­s, por más que estos salgan de casa con el Estado puesto.

El embrollo en que anda metida la Fiscalía va a condiciona­r la política en los próximos meses. El fiscal general preparó un borrador de querella para responder a la consulta alternativ­a auspiciada por la Generalita­t, pero la mayoría de los miembros del ministerio público del TSJC se mostraron contrarios con su voto. El colectivo lleva dos días debatiendo si proceden por desobedien­cia contra el president Mas y la vicepresid­enta Ortega, pero no lo ven claro porque no encuentran materia penal.

Si Mas es imputado, habrá elecciones anticipada­s y victoria por goleada. En caso contrario, el presidente español quedará fuera de juego. La partida de ajedrez sigue abierta, aunque Rajoy se enroque.

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