La Vanguardia

Perro judío

- Pilar Rahola

La verdad es que los esfuerzos que hace el PP para que Podemos tenga un gran resultado son encomiable­s. Yo, de Pablo Iglesias, le enviaría un cariño, porque ciertament­e el PP no para de irritar al electorado con gestos que abundan en la idea de la prepotenci­a y el desamparo. Lo ultimísimo, lo de los viajes de “trabajo” de Monago y la velocidad de crucero para pagar la millonada de Castor al rey del palco del Bernabeu, noticias ambas que caen como puñaladas en la muy apuñalada ciudadanía. Y más cuando sabemos que lo de Florentino lo pagaremos los sufridos durante treinta años... ¿Realmente no se dan cuenta de hasta qué punto hay hartazgo precisamen­te por este tipo de acciones? Y ello sin contar la gran corrupción, la presión sobre fiscalías y jueces, la incapacida­d económica, el gran cabreo catalán... Parece que no, parece que no se enteran, quizás porque la inercia de la rueda acostumbra a despistar al hámster de la dura realidad: que anda mucho, pero no va a ninguna parte.

A alguna parte, sin embargo, sí que ha ido la nueva alcaldesa de Collado Villalba, señora Mariola Vargas, cuyas

Mariola Vargas: “Voy a mostraros lo que soy. No te voy a decir que soy un perro judío, que no lo soy”

perlas en el “test” a que fue sometida para probar su “idoneidad” –nueva fórmula inventada por Esperanza Aguirre– dejan un fino retrato de su pensamient­o. Entre otras cosas aseguró que “ser corrupto es una opción personal”, como “elegir entre vino o cerveza”, y remachó con una expresión que en cualquier país normal habría encendido las luces de alarma. El diálogo fue de tal guisa: “¿Hay algo más que nos puedas decir para saber que has dicho la verdad?”, le preguntó Fernando Martínez Vidal, concejal del PP en el distrito de Salamanca. Y la señora Vargas respondió con salerosa contundenc­ia: “Más que deciros, voy a mostraros lo que soy. No te voy a decir que soy un perro judío, que no lo soy”. Es decir, alguien que se sometía a un presunto examen del buen hacer político para dirigir un municipio, soltó una culebra antisemita clásica, merecedora de Código Penal, y la considerar­on buena para el cargo. Y no sólo eso, sino que la mayoría de medios que hablaron de la señora no considerar­on ni grave, ni reseñable, ni escandalos­o el término antisemita usado. A excepción de las organizaci­ones judías y del clamor en Catalunya –donde está bastante más evoluciona­da la lucha contra el antisemiti­smo–, nadie le ha pedido rectificac­ión, disculpa o cualquier atisbo de vergüenza. Por supuesto doña Mariola tampoco ha considerad­o necesario decir nada al respecto y así el PP la ha bendecido como alcaldesa.

Sabemos, pues, que no es una “perra judía”, y sabemos que ese término racista, embruteced­or y alegórico de siglos de odio a un pueblo no molesta ni al partido que la coloca ni a los medios que la retratan.

Y si todo eso lo sabemos, lo que sabemos es terrible: que el PP tiene en Collado Villalba una alcaldesa con tics antisemita­s y no le importa.

Asquito.

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