Familias sin piso y pisos sin familia
El parque de vivienda pública de la Generalitat registraba a 30 de septiembre más de mil pisos vacíos según sus propios datos
Por extraño que parezca, la evidente carencia de una oferta de vivienda pública y asequible para familias afectadas por la crisis convive con un buen puñado de pisos propiedad de la administración que están vacíos. Hay familias sin pisos pero también pisos sin familias.
El informe continuo sobre la vivienda que elabora la secretaría de Habitatge de la Generalitat de este mes de noviembre cifra en 1.023 el número de pisos del parque público de la Generalitat que estaban vacíos a finales de septiembre, esto es, el 7% de toda la oferta disponible.
Incluso en Barcelona, donde la densidad, los precios y la demanda es todavía más conflictiva, el propio Ayuntamiento de Barcelo- na ha admitido en un informe, que se encargó de rescatar del montón el Partido Popular, que tiene 98 pisos vacíos en la ciudad. El presidente del grupo municipal del PP ironizaba días atrás al considerar que el propio Ayuntamiento debería aplicarse las sanciones que prevé contra quienes tengan vivienda vacías.
Esta falta de encaje entre la oferta de pisos públicos y la demanda de vivienda asequible viene de lejos y, en honor a la verdad, en los últimos años ha logrado reducirse –al menos de acuerdo con las cifras que hace públicas la administración–. El problema tiene diversas causas, entre ellas la falta de agilidad en los procesos de adjudicación una vez la vivienda queda vacía. En otros casos, en especial en el caso del parque de vivienda de la Generalitat, los pisos vacíos están a menudo en pequeñas poblaciones –fueron construidos en la época de la exuberancia– donde ninguna familia podría ir a vivir porque difícilmente encontraría un empleo. Finalmente otra parte de las viviendas no está ocupadas porque sus precios están por encima de la capacidad de las fa-
En Catalunya hay 80.000 viviendas vacías que no han encontrado un primer comprador
milias para pagarlos. Este es un problema que va en aumento a medida que hay más familias sin ningún subsidio y crece el número de ciudadanos cuya precariedad laborar hace inviable un contrato de alquiler.
A estas cifras hay que sumar el parque de viviendas vacías del sector privado, que según las estimaciones de este informe alcanzan las 80.000 unidades que todavía no han encontrado comprador por primera vez. En el área de Barcelona, por cada mil viviendas hay 8 por vender.
Ante este cuadro, la administración trata de combatir la falta
de viviendas con ayudas públicas, subvencionando alquileres y ayudando al pago de hipotecas a familias en situación comprometida. En este sentido, el informe revela que la morosidad hipotecaria ha crecido de nuevo este año, un 6,1% para la adquisición de viviendas.