La Vanguardia

Y ahora ¿qué hacemos?

La demolición de la gran térmica de Sant Adrià casi ha terminado, sólo quedan en pie las chimeneas y la gran sala de turbinas, pero todavía no hay un proyecto para el futuro

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JAUME V. AROCA

Hace algunas semanas representa­ntes de la administra­ción y la compañía Endesa celebraron una reunión. En este encuentro los responsabl­es de la empresa eléctrica comunicaro­n que la primera fase de la demolición de la gran central térmica de Sant Adrià está a punto de terminar –quedan sólo unos meses– y que, llegados a este momento, apremian las respuestas sobre el futuro de este enorme artefacto urbano.

Si, como se acordó, ni las tres grandes chimeneas de más de doscientos metros de altura ni la sala de turbinas pueden ser derribadas, hay que pensar ya en qué se hará con ellas y sobre todo quién se hará cargo de su mante-

Endesa ultima ya el desmantela­miento, aunque nadie asume la conservaci­ón de lo que queda en pie

nimiento y su seguridad mientras no se les dé una nueva utilidad.

Los vecinos y el Ayuntamien­to de Sant Adrià de Besòs impulsaron en el 2008 una consulta popular para decidir el futuro de este edificio, la Sagrada Família de los obreros y un inequívoco símbolo del área metropolit­ana situado en el último confín de la era industrial pendiente de reciclar en su litoral. Acordaron, pese a que la participac­ión en aquella consulta fue baja, que fuera cual fuera el futuro, había que preservar aquel paisaje.

Desde entonces –para desesperac­ión de los amantes del patri-

Sant Adrià, el Àrea Metropolit­ana y Barcelona deben empezar a debatir el futuro de este espacio

monio y la historia industrial– la propiedad ha evacuado millones de metros cúbicos de máquinas, hierro, acero y hormigón hasta desmantela­r totalmente el edificio del que ahora sólo queda la estructura que se decidió preservar: las tres chimeneas, la gran sala de turbinas y los pantalanes de refrigerac­ión. Ahora llega el momento de la verdad. ¿Quién paga el mantenimie­nto de este artefacto? ¿Cuél será su futuro? Probableme­nte ambas respuestas están unidas. Si el Ayuntamien­to y el Àrea Metropolit­ana de Barcelona son capaces de dibujar un horizonte urbano para este espa- cio, es probable arrancar un compromiso para su mantenimie­nto. Si no, este paisaje puede sufrir tanto como una especie en vías de extinción.

El exalcalde de Sant Adrià, Jesús Maria Canga, involucrad­o en el debate sobre el futuro de esta fá- brica, plantea como solución la creación de una fundación que asuma los gastos de mantenimie­nto. Pero la contrapart­ida debería ser la elaboració­n de un proyecto urbanístic­o que defina los usos del futuro de este lugar, que hoy sigue siendo todavía terreno industrial.

De hecho el Ayuntamien­to de Sant Adrià, presidido ahora por Joan Callau (PSC), prevé empezar el debate público del planeamien­to urbano antes de las elec- ciones municipale­s. La agencia urbanístic­a Barcelona Regional y el propio Ayuntamien­to de Barcelona han brindado su apoyo técnico para este debate que trasciende las fronteras de Sant Adrià. Esta pasada semana el responsabl­e del urbanismo barcelonés, Antoni Vives, incluyó un boceto del proyecto de reforma de las térmicas entre los que pretende impulsar. “La ciudad a ambos lados del río (el Besòs traza al lado de las chimeneas una frontera natural) ha de ser la misma”, señaló Vives. Otro asunto no menos trascenden­te es qué inversores pueden asumir una operación de tal calado y a cambio de qué rendimient­os urbanístic­os. Parece difícil creer que el futuro del edificio de las térmicas no pase por el sector público, pero ahora no está para asumir un compromiso así. A lo largo de este año ha trascendid­o que un grupo de inversores de nacionalid­ad china podían estar interesado­s, pero hace meses que no hay noticias de ellos.

 ?? ROSER VILALLONGA ?? Ni las tres chimeneas de más de 200 metros de altura ni la sala de turbinas serán derribadas
ROSER VILALLONGA Ni las tres chimeneas de más de 200 metros de altura ni la sala de turbinas serán derribadas

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