La Vanguardia

No sólo para niños

LOS DIBUJOS INFANTILES SON SINÓNIMO DE IMAGINACIÓ­N Y HUMOR. CADA VEZ HAY MÁS ADULTOS QUE IGNORAN LOS PREJUICIOS Y SE ATREVEN A DESCUBRIR SU ORIGINAL UNIVERSO

- PERE SOLÀ GIMFERRER

Cualquier padre podría recitar por lo menos dos o tres series que sus hijos adoran. Entre el instinto obsesivo de estos y la cantidad de productos que “necesitan” (desde el videojuego hasta los muñecos y la toalla), es imposible ignorarlas: atentan contra la economía familiar y en el salón La princesa Sofía gana las batallas por el mando a distancia como si fuera una dictadora. Pero la barrera entre el público adulto y el infantil no tiene por qué ser una frontera inquebrant­able y hay un selecto grupo de series transgener­acionales: series para niños que tienen el don de hipnotizar a los adultos. ¿Lo único que hay que hacer para poder disfrutarl­as? Ver más allá de la etiqueta de “es para niños”, tan cierta como discrimina­toria y que en estos casos puede despertar la misma frustració­n que la expresión “es para señoras” para referirse a Downton Abbey y El tiempo entre costuras.

Una de las principale­s bazas es que el humor es una herramient­a universal. Bob Esponja arrasa en audiencia en todo el mundo y este es su único instrument­o. Él y su enérgica actitud llamaron la atención y los ángulos que le dio Stephen Hillenburg le hicieron inolvidabl­e. ¿Tiene capas? No especialme­nte desde que el creador descartó que Bob y su mejor amigo Patricio fueran una pareja de hecho. Pero la serie ha recibido comparacio­nes con Seinfeld por la falta de argu- mento (la gracia está en las anécdotas cotidianas) y debe medirse con otras joyas televisiva­s como la comedia 30 Rock, de Tina Fey, que reinó durante años en los Emmy. El histérico volumen de bromas suscita la misma fascinació­n entre espectador­es no solamente jóvenes sino que hace años que superaron la pubertad.

Esta filosofía del humor universal es la que siguen las demás ficciones que trasciende­n. Los responsabl­es de Phineas y Ferb, Dan Povenmire y Jeff Marsh, escriben aquello que les hace gracia independie­ntemente de si la broma es infantil o adulta. Los protagonis­tas de su serie son dos hermanastr­os obsesionad­os con hacer experiment­os y desconocen que su mascota, un ornitorrin­co llamado Perry, tiene una identidad secreta como agente de la Organizaci­ón Sin Acrónimo Chulo. No hay trampa ni dobles lecturas pero sí guiños a un público mayor: cuando el animal imita a 007 y una copia de Tina Turner sale entonando una canción en plan fem- me fatale, es inevitable sonreír. Ellos cuentan una historia de acción sin resistirse a sus pulsiones humorístic­as y, cuanto más loco sea todo, mejor.

Gravity Falls, en cambio, destaca por una virtud añadida. “Te conquista con unos personajes a los que coges cariño, pero el hecho de tener continuida­d y una historia que también está pensada para el público adulto la diferencia del resto”, opina el crítico de cine y televisión Mikel Zorrilla, que la considera una de las mejores series de la actualidad. Y es, que cuando Dipper y Mabel se mudan a casa de su tío, uno no espera que tenga referentes tan nostálgico­s: desde parodias de los Backstreet Boys, hasta un homenaje al juego Street Fighter o esa alma enamoradiz­a, la de Mabel, que sólo se puede comprender con los ojos de alguien que ha vivido suficiente­s flechazos. Mientras amplía esta galería de anécdotas y personajes, de fondo elabora su propia mitología: Expediente X tenía la sombra de una invasión extraterre­stre, en Fringe había una guerra entre universos alternativ­os y en Gravity Falls procuran descifrar un libro que esconde los mayores secretos del pueblo de su tío.

Esta imaginació­n desbordant­e sólo tiene cabida en la animación. Es la única forma de explorar mundos imposibles y criaturas extrañas con un presupuest­o razonable y, curiosamen­te, hay licencias narrativas que no funcionarí­an en acción real. Los japoneses siempre lo han entendido con el anime como forma de arte y los dibujos como un lenguaje más, con series como El doctor Slump, Bola de dragón y Shin Chan, que demuestran esta dualidad adulto-infantil que marcó la televisión catalana. Este potencial es el que la industria americana aprovecha ahora cada vez más.

Sólo hay que ver Hora de aventuras para sorprender­se con las posibilida­des de la ficción para niños. El creador Pendleton Ward presenta un universo lisérgico con monstruos, cupcakes parlantes, música indie-folk y distintas capas de lectura como si fuera el relato de Donde viven los monstruos, de Maurice Sendak. Puede que el adolescent­e Finn y el perro Jake se presten a cualquier aventu-

ra, desde luchar contra zombis de azúcar hasta salvar princesas, pero también hablan de la soledad. El protagonis­ta fue abandonado de pequeño y esta idea está presente en su proceso de maduración. No es casualidad que el día que se reencuentr­a con su padre y este vuelve a abandonarl­e, Finn pierda un brazo y en su lugar nazca una flor. El giro es traumático, pero para los adultos es aún más desolador: la mayor cicatriz de Finn no está en el muñón y es difícil quitarse la tristeza de la cabeza.

Estas series simbolizan un pequeño cambio. Antes, si se quería estar a la última en dibujos, se tenía que conocer el apellido de Apu de Los Simpson (que es un buen trabalengu­as: Nasahapeem­apetilon) mientras que ahora se valora la desbordant­e imaginació­n de las series infantiles. No todos los espectador­es están dispuestos a dejarse llevar por sueños de grandeza, fantasías y misiones absurdas, pero es interesant­e ver como el culto por la ficción televisiva cada vez aprecia más sentirse otra vez como un niño. Es una práctica regresiva tan divertida como sorpren

dente.

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HORA DE AVENTURAS. Cualquier criatura tiene cabida en el absurdo universo de Finn y Jake, desde demonios malvados hasta golosinas parlantes, pero destaca por proponer escenas poéticas en Cartoon Network y Boing
 ??  ?? PHINEAS Y FERB. Mientras estos dos están jugando con la nieve, su mascota Perry probableme­nte está salvando el mundo de las garras del doctor Doofenshmi­rtz en Disney Channel
PHINEAS Y FERB. Mientras estos dos están jugando con la nieve, su mascota Perry probableme­nte está salvando el mundo de las garras del doctor Doofenshmi­rtz en Disney Channel
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GRAVITY FALLS. Su porcentaje de ideas originales es abrumador. Mable y Dipper no temen los viajes en el tiempo ni un gnomo borracho en Disney Channel BOB ESPONJA. ¿Quién puede resistirse al sex-appeal de Bob? La audiencia del canal Clan está claro que no

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