Veinte mil pacientes de un dentista pueden haber sido contaminados
El médico es acusado de haber incumplido las normas elementales de higiene
Por si ir al dentista no fuera ya de por sí suficientemente traumático, 22.000 pacientes de un médico de las afueras de la ciudad de Nottingham han sido advertidos de la conveniencia de someterse a pruebas de VIH, hepatitis B, hepatitis C y otros virus que se transmiten a través de la sangre, tras revelarse que la clínica no cumplía con las prácticas de higiene establecidas y pueden haber corrido un riesgo –aunque pequeño– de infección.
El dentista Desmond D’Mello había ejercido la profesión durante 32 años y era uno de los más populares de la ciudad de las Midlands inglesas. Tras ser objeto de una denuncia anónima, una comisión investigadora se presentó por sorpresa en la clínica Daybrook y descubrió que el material utilizado para las intervenciones no era convenientemente esterilizado, que los guantes estaban sucios, y que los fórceps y otros instrumentos estaban almacenados en un cuarto de baño utilizado por el personal.
Pero las autoridades sanitarias del Reino Unido han sido duramente criticadas, porque tan sólo seis meses antes la misma clínica había recibido un aprobado en materia de higiene, y los inspectores no se habían percatado de todas esas aparentes anomalías. Y de hecho no intervinieron hasta que se produjo una denuncia anónima –aparentemente de un trabajador o trabajadora que no ha sido identificado–, acompañada de cintas de vídeo sacadas subrepticiamente que mostraban todas las operaciones realizadas en un periodo de tres días. D’Mello fue suspendido el pasado mes de junio por un periodo de 18 meses, y no puede trabajar a la espera del resultado definitivo de la investigación en curso.
Los 166 pacientes que aparecen en ese vídeo fueron notificados en seguida de las irregularidades, pero posteriormente la sanidad pública británica decidió ampliar la advertencia y recomendar la realización de tests de hepatitis, VIH y otras enfermedades virales a los 22.000 hombres, mujeres y niños tratados por D’Mello a lo largo de más de tres décadas. “Más vale prevenir que curar –ha señalado un portavoz–. El riesgo de infección es muy bajo, sobre todo en operaciones dentales rutinarias, pero más vale estar seguros. La- mentamos profundamente el innecesario estrés y el trauma provocado por este desafortunado suceso”.
Nunca tantas personas ha- bían sido objeto de una alerta de este tipo debido a fallos de higiene en el Reino Unido. Cerca de la clínica, que ya no existe , se ha establecido otra provisional para la realización de las pruebas, y las colas a ese efecto han sido de una y dos horas en los últimos días, con reacciones de los pacientes que oscilan entre la estupefacción, la indignación y el horror. Algunos comentan que D’Mello era un magnífico dentista, otros reprochan a los responsables de la sanidad pública que no descubrieran por sí solos los fallos de metodología sin necesidad de un chivatazo, y todos están obviamente preocupados por los resultados de los tests, por mucho que las posibilidades de que contrajeran una enfermedad sean remotas. El médico no tiene ningún virus.
La policía británica está investigando la muerte de Amy Duffield, una chica de 23 años que en agosto del 2013 falleció de una miocarditis aguda a los pocos días de visitar al doctor D’Mello para una operación dental rutinaria. Tras sufrir síntomas parecidos a los de la gripe, fiebre, escalofríos y palpitaciones del corazón, fue ingresada en un hospital público de la ciudad de Nottingham donde los médicos no pudieron hacer nada por salvar su vida. Era la hija única de una viuda, y trabajaba como coordinadora de contratación de empleo para una empresa dedicada a la realización de análisis médicos.
Scotland Yard ha pedido que “nadie –y especialmente la prensa y los pacientes del dentista– lleguen a conclusiones precipitadas, porque podría tratarse de una simple casualidad, y no es fácil contraer una miocarditis aguda a través de instrumental médico contaminado”. Y también porque ya se ha descartado que la muerte anterior de otra paciente del médico, de 29 años, tuviera relación alguna con los fallos de higiene en la clínica.