Buena nota al hospital Clínic y tirón de orejas al Sant Pau
El examen de Salut detecta exceso de ingresos evitables
El hospital Clínic junto al Verge de la Cinta y el de Olot sacan nota alta este año en el informe anual de la Agència d’Avaluació i Qualitat Sanitàries de Catalunya (AQuAS). El examen a la vez señala a los que están por debajo del estándar de Catalunya, aunque sea por poco, y entre ellos, el de Sant Pau y el de Sant Joan de Reus. El informe detecta demasiadas hospitalizaciones evitables. Eso, según los autores, no significa que esos ingresos no fueran necesarios, sino que una atención adecuada en el conjunto del sistema, no sólo en el hospital, las debería haber evitado.
Que una persona ingrese en el hospital por una causa que podía haberse evitado es un indicador muy importante de calidad asistencial para los expertos en evaluar la sanidad, porque cuando en el hospital hay más riesgo de infecciones y de empeoramiento y si se le hubiera dado la atención adecuada, el paciente no se vería expuesto a riesgos innecesarios. Los hospitales por debajo de la media catalana –ver cuadro– han tenido peores resultados que los demás sobre todo precisamente en ese ajuste de calidad. En Sant Pau, en concreto, el tirón de orejas se refiere a ingresos evitables en pacientes con insuficiencia cardiaca y con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Fuentes del hospital explican que precisamente se puso en marcha hace meses un plan de colaboración entre neumólogos y médicos de primaria de la zona para reducir el exceso que detectaban de reingresos de pacientes de respiratorio. En el caso del Sant Joan de Reus, su necesita mejorar parece más apremiante a los técnicos de la AQuAS porque se aleja bastante más de la media en ingresos evitables y en nacimientos que acaban en cesáreas.
Esos puntos flacos en hospitales acabarán repercutiendo en los contratos del CatSalut, según asegura el director general de Assistència Sanitària del CatSalut, Àlex Guarga. Pero en conjunto, el examen resulta satisfactorio.
Las mejores urgencias, en Sant Pau. Lo que menos gusta a los pacientes de las urgencias es la comodidad de la sala de espera y la información que reciben sobre el tiempo de la espera. Este último punto se supone que cambiará con las pantallas informativas que se pondrán antes de fin de año. Los pacientes más satisfechos por el trato recibido son los del Sant Pau (8,4), donde el 92.9% vio resuelto el motivo por el que acudió. En el lado contrario están las urgencias de Mollet o Santa Caterina y, en cuanto a la resolución de su problema, los menos valorados fueron Joan XXIII y Sant Celoni. Los grandes hospitales como Vall d’Hebron y Bellvitge, en los que los profesionales han denunciado malas condiciones, han obtenido de los pacientes una puntuación mediana.
Qué mejora. El 64,5% de los infar- tos se atienden en menos de 120 minutos, cinco puntos más que hace dos años. “Estamos entre los mejores de Europa”, asegura Josep Maria Argimon, director de la agencia de evaluación. En los ictus se ha reducido cuatro minutos el tiempo transcurrido entre la llegada del paciente a urgencias y el momento en el que le insertan la aguja para desbloquear el trombo. También aumenta la cantidad de afectados que se recupera totalmente en tres meses. La tercera matrícula se la dan a la artroplastia de cadera por fractura del cuello de fémur: el 92% se opera doce horas antes que el año anterior. Y la mitad de las operaciones de los hospitales se hacen ya sin ingreso.
Demasiadas visitas al médico. El 75% de los usuarios fue al ambulatorio el año pasado la menos una vez. Se va 7,7 veces de promedio, 16 entre los mayores de 74 años. Según el informe, también los ambulatorios deberían evitar tanto reingreso de pacientes con insuficiencia cardiaca o con EPOC. Los que mejor lo hacen son los de zonas aisladas; los que más ingresos evitables promueven, los de zonas más pobladas.
¿Por qué tanto protector gástrico? Es uno de los tirones de orejas del informe: se recetan menos antiinflamatorios y en cambio se siguen dando demasiados protectores gástricos: lo toman sistemáticamente un tercio de los mayores de 64 años. Uno de los aspectos peor valorados es la comida.