La Vanguardia

La actriz revelación en la película ‘El Niño’ vive en Barcelona y es saharaui

LA ACTRIZ REVELACIÓN DEL ÚLTIMO ÉXITO DEL CINE ESPAÑOL, ‘EL NIÑO’, ES SAHARAUI, VIVE EN BARCELONA Y TIENE LA CABEZA MUY BIEN AMUEBLADA

- EVA MILLET Barcelona

Mariam Bachir nunca olvidará su primer día como actriz. No sólo porque la experienci­a –participar en una película dirigida por Daniel Monzón– era nueva y emocionant­e para ella, sino también porque debutó con tres escenas y una implicaba ponerse “en pelota picada, con el alma al aire”, frente al equipo. Era el momento más romántico de El Niño, uno de los recientes éxitos del cine español, en el que su personaje, Amina, se besa por fin con el protagonis­ta, Jesús Castro.

Otra, quizás se habría derrumbado, pero Mariam Bachir está acostumbra­da a superar obstáculos. Incluso, a sacar algo de ellos. Y es lo que hizo: “La situación del desnudo me produjo angustia, pero como después tenía que rodar otra escena en la que lloraba, pensé que toda aquella tensión tenía que servirme para algo; así que me la guardé, la utilicé y ¡pam!, salió a la primera”.

Mariam Bachir lleva casi toda su vida lidiando con situacione­s complicada­s. Prácticame­nte, desde el momento en el que nació, en una jaima de un campamento de refugiados saharauis en Tinduf, Argelia, el 24 de octubre de 1988. Sabe la fecha de su nacimiento porque se la dijo su madre: “Porque, yo por no tener, no tengo ni partida de nacimiento”, explica sin perder su sonrisa luminosa en un café cercano a su casa, en Barcelona. Es vecina del barrio de la Ribera en una ciudad con la que tiene un vínculo muy fuerte desde que, con cuatro años, vivió con una familia de acogida. “Luego estuve con otra... No puedo darte fechas exactas de cada una, porque era muy pequeña, pero fue de los 4 a los 8 años”. Antes, había venido a España en verano, algo habitual entre los niños de los campamento­s saharauis: “Una cuestión de superviven­cia”, recalca Bachir, “porque allí falta de todo, agua potable, medicinas...”.

Barcelona fue el punto de partida para un periplo que incluyó una estancia en Wisconsin (Estados Unidos) hasta los once años, de la que guarda “un recuerdo precioso”. De allí volvió a Tinduf, donde empezó Secundaria en un internado en Argel. “Y después, al País Vasco, donde estuve dos años”. Por último, Calahorra (en La Rioja), con otra familia.

Allá acabó el bachillera­to, pasó la selectivid­ad y “después de tantas familias y aunque había ido bien, porque son gente muy generosa, necesitaba estar sola”. Siempre tuvo claro que iba a instalarse en Barcelona porque “dentro de lo que cabe es lo más arraigado que tengo en mi vida”. Empezó Periodismo en la Pompeu Fabra, estudios que compaginab­a con trabajos de media jornada (“Me gano la vida desde los 18 años”), pero no fue bien: “Me dio ansiedad; faltaba compañeris­mo, me sentía como el último mono...”. Decidió cambiar a Filología Árabe y está encantada.

Lo del cine fue pura casualidad, buscaba trabajo y supo de un casting. Fue y consiguió el papel de Amina: una mujer marroquí, divorciada y repudiada por su familia, que se gana la vida pasando fardos por la frontera. “Mira que se pasan profesione­s por la cabeza pero... la de actriz. ¡No se me había ocurrido jamás! Aunque siempre me ha gustado el cine, trabajar en ello era lo último que me esperaba y sí: ¡Claro que me encantaría poder repetir!”. Califica la experienci­a como un regalo de la vida. Disfrutó con los paisajes, el trabajo y la relación con el equipo. En especial, con Jesús Castro y Saed Chatiby, que interpreta a su hermano. “Como los tres éramos novatos creamos un ambiente de grupo muy bueno”. También se deshace en elogios con Daniel Monzón.

Quizás el único pero, con el que tuvo que lidiar antes de empezar, era la nacionalid­ad de su personaje: ¿Debería aceptar, ella, una saharaui, muy activa en la causa de su pueblo, interpreta­r a una mujer marroquí? “Ese era para mí el dilema moral, mucho más que el desnudo”, responde, “porque yo me siento muy orgullosa de donde soy y mi meta es, algún día, cuando pueda dejar de sobrevivir, poder hacer algo por mi gente”. Pero, con sus recursos habituales, encontró la solución: decidió enfocar a Amina como una mujer en el mundo árabe. “Porque no soy extremista amo mi tierra y a mi gente pero no odio a los otros. Además, mi personaje habla de una mujer universal: que solo pide libertad. Una situación real, que viven muchas mujeres en muchos países árabes”.

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LLIBERT TEIXIDÓ Empezó Periodismo y luego se pasó a Filología Árabe; desde los 18 años combina los estudios con trabajos a media jornada y llegó al mundo del cine por casualidad
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LLIBERT TEIXIDÓ

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