La Vanguardia

Eslovacos y checos, una relación especial

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Cuando estalló la revolución de terciopelo, Checoslova­quia era un país, que luego se escindió. La República Checa y Eslovaquia se separaron el 1 de enero de 1993, tras un veloz proceso negociador de seis meses, sin referéndum. “Visto con los años, fue un éxito que la separación se hiciera como se hizo, sin males mayores”, dice el fotógrafo checo Pavel Hroch, para quien “sigue habiendo una relación especial entre checos y eslovacos”. Unos y otros estudian y trabajan en su respectivo país vecino. “Tenemos lenguas y costumbres similares, compartimo­s una parte significat­iva de nuestra historia, y afrontamos retos sociales, políticos y económicos similares”, subraya el analista Ales Rod. Checoslova­quia desapareci­ó como Estado “por arriba”, en cierto modo igual que se formó: en 1918, en los despachos de los vencedores de la Primera Guerra Mundial, con retazos del antiguo imperio austro-húngaro. Hoy, la República Checa y Eslovaquia forman parte de la UE, pero sólo Eslovaquia ha adoptado el euro; Chequia mantiene su divisa, la corona checa.

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