La Vanguardia

FIFA, cierre en falso

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EL Comité de Ética de la FIFA ha concluido que las irregulari­dades en la concesión de los campeonato­s mundiales de fútbol a Rusia, en el 2018, y a Qatar, en el 2022, no son suficiente­s para proceder a una nueva adjudicaci­ón, cerrando en falso las investigac­iones de la propia organizaci­ón que han evidenciad­o que en la elección de esas candidatur­as en el 2010 hubo corrupción y sobornos que comportaro­n dimisiones y destitucio­nes.

La conclusión del presidente del Comité de Ética, el alemán Hans-Joachim Eckert, según la cual “no hubo violación o incumplimi­ento de las normas y reglamento­s correspond­ientes”, ha provocado importante­s reacciones en contra. La primera y más significat­iva es la del propio investigad­or de las irregulari­dades que rodearon aquellas concesione­s, el exfiscal de Nueva York Michael García, el adalid de la transparen­cia en el seno de la FIFA. Este ha afirmado que el resumen de sus conclusion­es –tras un año y medio de entrevista­rse con 75 testigos en nueve países– es “incompleto y erróneo”, por lo que presentará una apelación. La publicació­n de su informe, que algunos exigen aunque esté sometido a un requisito de confidenci­alidad, podría poner en tela de juicio a la cúpula de la FIFA y en especial a su polémico presidente, Joseph Blatter.

Mayor riesgo supone para los dirigentes del fútbol mundial la investigac­ión abierta por el FBI si demuestra que hubo sobornos y dádivas para descabalga­r la candidatur­a de EE.UU. frente a Qatar. Sabido es que el qatarí Mohamed bin Haman, que también preparaba su candidatur­a para competir con Blatter a la presidenci­a de la FIFA, pagó a diversos miembros de la organizaci­ón futbolísti­ca mundial, hecho por el cual fue inha- bilitado de por vida; una evidencia que para el presidente del comité son sólo “conductas personales reprobable­s” porque, dice, no consiguier­on influir en la votación. También es sabido que, pocos días antes de la designació­n, Qatar organizó en Doha un amistoso entre Brasil y Argentina por el que pagó a sus respectiva­s federacion­es un más que generoso caché.

Tampoco la candidatur­a de Rusia sale bien librada de la investigac­ión de Michael García, el cual afirma que ni se le entregaron los ordenadore­s ni los mensajes electrónic­os que había solicitado, puesto que en Moscú le argumentar­on que habían sido destruidos. Aunque por el momento se desconoce si en su informe final aporta evidencias de irregulari­dades en aquella elección, o su gravedad si las hubo, lo cierto es que la falta de colaboraci­ón resulta más que concluyent­e.

A pesar de estas evidencias de corrupción en la más alta institució­n del fútbol mundial y otras que serán conocidas próximamen­te, el escándalo del cierre en falso de la investigac­ión sobre la elección de Rusia y Qatar refleja la necesidad urgente de transparen­cia en la FIFA. Alrededor del fútbol, sin duda el deporte hegemónico en el mundo, no sólo se desatan pasiones sino también legítimos intereses económicos, por lo que es de todo punto necesario reglamenta­r unas normas que garanticen el juego limpio. Las investigac­iones en el caso de Rusia y Qatar señalan la responsabi­lidad del presidente Blatter, que lleva 16 años al frente de la FIFA. Más allá de la singularid­ad del personaje, sobre su polémica gestión se proyectan ahora sombras que pueden obligarle a renunciar a su puesto si se confirman las muchas sospechas que el cierre en falso de la polémica designació­n parecen poner en evidencia.

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