La Vanguardia

Me cambio de cara

Unos leves retoques pueden transforma­r el rostro de una persona y alterar su identidad

- MAITE GUTIÉRREZ

Renée Zellweger ya no es Renée Zellweger. Las gemelas Olsen han dejado de parecerse tanto, y Mickey Rourke se quedó en Nueve semanas y media, o tirado en algún ring. Las operacione­s de estética que han experiment­ado algunos personajes populares han cambiado por completo su fisonomía. Buscan embellecer­se o luchar contra el tiempo, pero en algunos casos han sufrido un efecto rebote que se ha llevado por delante su principal signo de identidad.

No son necesarios grandes retoques. Unas pocas modificaci­ones en puntos estratégic­os transforma­n enormement­e el rostro. Los marcos orbitarios, la forma del ojo, los pómulos, la nariz y el mentón dan un vuelco al aspecto de la persona que tenemos delante, destaca el cirujano plástico Ja- vier de Benito. El caso de la ex Bridget Jones resulta paradigmát­ico. La actriz nunca ha hablado de sus operacione­s, por lo que acertar al cien por cien sobre qué

PUNTOS CLAVE Forma de los ojos, pómulos, nariz y mentón varían las proporcion­es

DIAGNÓSTIC­O Los médicos recomienda­n un estudio anatómico, que quede natural

se ha hecho parece difícil. Pero los cirujanos sí intuyen lo que ha cambiado. En Zellweger destacan las diferencia­s en los ojos y la forma de la cara. “Se debe de ha- ber sacado las bolsas de bichat, la grasa de dentro de las mejillas, y esto hace que el rostro parezca más ovalado”, señala De Benito. Zellweger tenía una cara bastante redondeada, algo aniñada, y al extraérsel­as da la impresión de que su rostro se haya alargado. También podría haberse realizado una cirugía nasal, subiendo la punta de la nariz, añade este médico, y un ligero lifting endoscópic­o, “por eso da la sensación de que las cejas están más separadas”.

Sus ojos lucen más grandes, ahora se ve más la pupila, porque se ha retirado piel del párpado, destaca el cirujano plástico Josep Maria Palacín, de la clínica Teknon. Y esto ha tenido un efecto colateral: “Le ha bajado mucho la ceja. Antes Zellweger poseía una mirada tierna y dulce, ahora es más dura, le deberían haber subido la ceja un poco”, comenta. Palacín también apunta a un posible aumento de pómulos y un avance de la mandíbula. Con todo esto, tenemos a la nueva Renée.

La suya es quizás la transforma­ción más rápida y profunda vista en público. Arnold Schwarzene­gger se acortó la barbilla cuando emprendió su carrera política para transmitir una imagen menos Terminator; John Travolta se ha realizado liftings, y Madonna tiene ahora los pómulos más proyectado­s que en Like a virgin, y hasta menos arrugas. Pero por todos han pasado un buen puñado de años. Han sido metamorfos­is cocidas a fuego lento. Incluso la transfigur­ación del exguapo Rourke no se entiende sin el peso del tiempo y su mala experienci­a en el boxeo. Años sumados a más volumen en pómulos, labios o nueva forma de rostro.

¿Siguen siendo ellos? El impacto de verse con una cara diferente de la noche al quirófano no se puede medir. Depende de las expectativ­as creadas, del estudio

anatómico previo, del trabajo del cirujano... “De Zellweger se ha hablado como si fuera un escándalo, pero debemos preguntarn­os algo: ¿ella se ve bien? ¿Es feliz con su nuevo aspecto? Ha dicho que sí, pues esto es lo que cuenta”, opina De Benito.

Este cirujano defiende un estudio previo del rostro de la persona, establecer un diagnóstic­o para ver cómo era el paciente antes, qué quiere cambiar, analizar su fisonomía, sus músculos faciales, sus huesos, su piel... “Hay que valorar el volumen y las proporcion­es de la cara, que el cambio quede integrado y se vea natural; una nariz grande en un rostro estrecho no encajaría, y al revés tampoco; el cirujano debe aconsejar al paciente y no hacer ciertas cosas por mucho que se lo pida”.

El problema son las personas cuya profesión depende en buena medida de su imagen y están acostumbra­das a mandar. “Son estos famosos que reclaman cambios muy bruscos, que quizás no les convengan. La apreciació­n de la anatomía de cada persona es compleja, ¿qué te hace bello? Esto es subjetivo, y a veces la percepción de uno no tiene que ver con la realidad anatómica de cada persona. Por eso a veces la gente se equivoca y por eso el médico ha de saber decir no”, coincide Palacín.

Entre los arrepentid­os estéticos están el propio Rourke, Nicole Kidman o Meg Ryan –está muy muy cambiada, aunque lo hizo por pasos–. La presión por verse joven dentro de unos cánones de belleza se multiplica si tu trabajo depende de cómo te ven, se-

CONSECUENC­IAS Depende de las expectativ­as creadas y del trabajo del cirujano

SÍNDROME DE DORIAN GRAY La presión por lucir joven y bello crea más insatisfac­ción personal

COMPARTIR CARA El gusto por ciertos rasgos entre los famosos ha creado rostros similares

ñala Rosa Maria Raich, catedrátic­a de Psicología de la Universita­t Autònoma de Barcelona. Un reciente estudio de la revista Journal of Management Inquiry pone de manifiesto las diferencia­s de género a la hora de conseguir trabajo en Hollywood: los hombres alcanzan su mejor momento profesiona­l como actor a los 52 años y logran mantenerlo; las mujeres, en cambio, concentran la mayor parte de los papeles en torno a los 34 años y a partir de ahí sus proyectos y salario bajan de forma drástica. Ellas, jóvenes y guapas; ellos, como sean, pero que actúen bien. Aunque el sector masculino también empieza a normalizar el uso de la cirugía estética. De Benito calcula que alrededor de un 18% de pacientes son hombres.

“Da la impresión de que Renée Zellweger ha quedado marcada por su personaje de Bridget Jones, con mucha insegurida­d en su cuerpo, y busca alcanzar la belleza a través de operacione­s estéticas”, reflexiona Raich. Esta actitud sería extensible a miles de personas, la mayoría mujeres, permanente­mente insatisfec­has con su imagen, “cuando en realidad son bellas y no necesitan cambiarse nada”, sigue esta catedrátic­a. Y los rasgos que se persiguen suelen ser los mismos. Zellweger ahora se parece más a la supuesta cara matemática­mente perfecta que se muestra arriba. La reina Letizia y Rania de Jordania también son cada vez más parecidas. ¿Al final todos los guapos oficiales compartirá­n cara?

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