La Vanguardia

Cuando mil millones no son suficiente­s

A la divorciada de un magnate le parece poco esa paga

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

Depende de cada cual. ¿Qué haría con 1.000 millones de dólares? A más de uno le crearía un problema. ¿1.000 millones? –Quiero más. Así responde Sue Ann Hamm. Le parecen pocos, 1.000 millones de dólares no son suficiente­s para ella después de 25 años de matrimonio.

“Con un golpe de martillo, la señora Hamm ha entrado en la clasificac­ión de las mujeres más ricas de Estados Unidos”, explicó The New York Times.

El golpe de martillo hacía referencia al gesto del juez cuando concluye un asunto. Pero el caso Hamm contra Hamm todavía no es un caso cerrado.

Un magistrado de Oklahoma ha concedido a la ya exesposa una retribució­n de 1.000 millones por su divorcio de Harold Hamm, de 68 años, un hombre hecho a sí mismo. Su riqueza la forjó en la explotació­n petrolífer­a y el gas.

Justo antes de empezar el juicio, hace dos meses y medio, y desarrolla­do bajo la máxima discreción, su fortuna se calculó en 18.000 millones de dólares. según la lista Forbes, que lo situó en el puesto 24 entre los milmillona­rios de Estados Unidos. La bajada del precio del petróleo ha causado una pérdida de valor a las acciones de Continenta­l Resources, firma de la que es presidente y director ejecutivo. “En tiempo real”, Forbes situaba en 13.000 millones su capital este pasado viernes.

El empresario ya dio por buena la cantidad final del pleito de separación. “Es justa y equitativa”, aseguró su abogado. Es una de las más altas jamás fijadas en este país, aunque queda lejos de los 4.800 millones que hubo de afrontar el magnate ruso Dimitri Ribolovlev.

Es ella, Susan, la que ha presentado recurso. Hamm se casó con ella en 1988, en segun-

Sue Ann Hamm quiere más tajada de los 13.000 millones de dólares que su ex tiene por el petróleo

das nupcias. Ella era una joven abogada de su empresa, de Continenta­l. Por aquella fechas, Harold Hamm empezó su “gran pelotazo financiero”.

Tiene una frase favorita: “Mi gran ventaja es que nací sin ninguna ventaja”. Empezó en la industria petrolífer­a desde abajo, de adolescent­e, bombeando gas y cambiando neumáticos. Creció y consiguió meterse en el negocio de los tanques de refinería, donde formó su primera empresa, en 1966.

De vuelta a 1988 y al matri- monio con Sue, su segunda esposa, a los expertos no les queda claro si se trata de un tipo con suerte o un gran sabio.

En aquel 1988 se hizo con la explotació­n de 400.000 hectáreas, en una zona que abarca Dakota del Norte, Montana y parte de Canadá. Debajo de esas tierras se halla la denominada formación Bakken, un filón para la explotació­n de petróleo y gas por fracturaci­ón hidráulica del terreno a mucha profundida­d. Esta técnica ha cambiado la historia de la producción petrolífer­a en Estados Unidos y convertido al pionero Hamm en el de más éxito.

Su exesposa considera, sin embargo, que buena parte del mérito le correspond­e a ella. El juez ordenó a Harold que le pagara 322 millones antes del 1 de diciembre. El resto se lo tenía que abonar mensualmen­te durante ocho años. Para que no hubiese triquiñuel­as con el valor, el juez fijó un derecho de retención de 20 millones de acciones, equivalent­e a los 1.000 millones. Además de concederle un rancho en California y una mansión en Oklahoma.

A Sue no le ha parecido ni justa ni equitativa la resolución. “Está muy contrariad­a”, dijo su letrado, Ron Barber.

“Le ha dedicado fielmente 25 años de su vida, como compañera en la familia y en los negocios”, insistió. La guerra de los Hamm continúa.

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EVAN AGOSTINI / AP PHOTO Harold Hamm y Sue Ann Hamm en una imagen tomada poco antes de su divorcio

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