La Vanguardia

Caramelos azules ‘Breaking bad”

Mientras en Colorado preocupa el consumo juvenil de la marihuana, en Albuquerqu­e venden caramelos ‘metanfetam­inas’

-

Cruzando de Colorado a Nuevo México, los dos porros en el maletero se han convertido, de repente, en sustancias ilegales, pese a haber sido recomendad­os por la neuróloga de Terrapin Care Service para el consumo de cincuenton­es susceptibl­es a ataques de paranoia.

Albuquerqu­e, donde crece una industria de turismo en torno a la teleserie Breaking bad –la historia de un profesor buenazo de química que vende metanfetam­inas–, tiene problemas graves de drogadicci­ón. No sólo de metanfetam­inas, sino también heroína. Tiene también una fuerza policial muy preparada para la guerra contra la droga. “La heroína es muy barata ahora. Los chavales se enganchan al Oxycodone (un fármaco hecho de opiatos), pero es muy caro, así que compran heroína, que se vende a cinco dólares el chute”, explica Mike Gómez, cuyo hijo drogodepen­diente fue asesinado por un francotira­dor policial en Albuquerqu­e. “La heroína es terrible, te encoge el alma y los huesos”, añade. Doce millones de personas en EE.UU. son adictos a opiatos como Oxycodone, y una de cada 15 pasa a la heroína. La epidemia se concentra en estados rurales como Vermont o Nuevo México.

El riesgo para los jóvenes de enganchars­e a las metanfetam­inas y la heroína es mucho más real que el riesgo que supone comerse una chocolatin­a de marihuana. Por esto no deja de ser extraño entrar en una de las tiendas de caramelos en el viejo centro de Albuquerqu­e y ver, en medio de otra parafernal­ia turística de Breaking bad, una pila de pequeñas bolsas de plástico transparen­tes llenas de cristales color azul. Exactament­e iguales que las bolsitas de metanfetam­inas que Walter White vende en la teleserie. “Si quieres más informació­n, tendrás que hablar con Mrs. Candy”, dice la joven dependient­a. Mrs. Candy es Debbie Ball, que calcula que ha vendido 35.000 pequeñas bolsas del caramelo metanfetam­ina desde el inicio de la serie en el 2012.

Siguiendo rumbo al sur, hay aún más sorpresas en este recorrido de las paradojas de liberaliza­ción, prohibició­n y marketing infantil de los estupefaci­entes. En las enormes reservas de los indígenas navajos que se extienden por un paisaje de John Ford conocido como los cuatro puntos (Colorado, Nuevo México, Arizona y Utah), el mercado ne- gro principal no es ni heroína, ni metacrista­l ni marihuana, sino vodka.

“¿Ha dicho que quería tomar algo?”, susurra una mujer navajo mirando de reojo en el pasillo de un motel de carretera, en el pueblo de Page (Arizona). “Sí. Una cerveza, quizás”, respondimo­s. “Les veo en el parking”. Al cabo de cinco minutos llega un coche blanco conducido por otro navajo con la misma mujer de pasajero. Nos enseña furtiva- mente varias botellas escondidas en una bolsa debajo del salpicader­o. “Si se van a Cañón Chelley (un pueblo 100 kilómetros más al sur), ¡conservad!”, nos aconseja tras vendernos una botella de Caliber Vodka que consumimos a escondidas en la cafetería de enfrente mezclado con zumo de naranja.

Al día siguiente, saliendo de Page, un autoestopi­sta navajo explica que ha sido encarcelad­o durante una noche en Flagstaff (Arizona) por beber dos cervezas. “Ya había tomado una, y no podemos tomar dos”, dijo. La prohibició­n del alcohol en las reservas no resulta muy eficaz. Por cada estadounid­ense no indígena que fallece de enfermedad­es relacionad­as con el alcoholism­o, mueren cinco nativos.

 ??  ??
 ??  ?? ‘Breaking bad’.
La industria del turismo de Albuquerqu­e sigue la estela de la serie Breaking bad (imagen superior). Tanto que hasta venden bolsas de caramelos que imitan las bolsas de metanfetam­inas del protagonis­ta
‘Breaking bad’. La industria del turismo de Albuquerqu­e sigue la estela de la serie Breaking bad (imagen superior). Tanto que hasta venden bolsas de caramelos que imitan las bolsas de metanfetam­inas del protagonis­ta

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain