La Vanguardia

Una tradición que viene de lejos

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En Marsella, ver la silueta del Canigó, a 253 kilómetros de distancia, recortada por el sol se ha convertido en toda una peregrinac­ión científica. La Asociación de Excursioni­stas de Marsella organiza anualmente una excursión a la colina de Notre Dame de la Garde para observar este fenómeno. Fue un conocido astrónomo, el barón de Zach, quien aseguró en 1808 haberlo presenciad­o. El ingeniero francés Alain Origné, con 88 observacio- nes hechas desde diferentes lugares próximos a Marsella, explica que desde dicha colina puede admirarse el pico pirenaico dos veces al año, en febrero y en noviembre. El meteorólog­o Alfons Puertas añade que Mallorca, a 190 kilómetros de distancia, se ve anualmente una docena de veces, en otoño e invierno, desde el observator­io Fabra. Pero hay más: Mallorca desde el Turó de la Rovira y la Mola; Eivissa y Mallorca desde el Cavall Bernat, en la costa valenciana; Eivissa desde la sierra Galzerán, en Castellón; el Aneto desde el Turó de l’Home; el Montseny, Montserrat y los Pirineos desde la sierra de Tramuntana en Mallorca... La lista es larga. Una web polaca recoge numerosas imágenes de horizontes distantes en el mundo. Ante el auge de aficionado­s, los miembros de esta web tienen previsto constituir la Asociación de Amigos de la Observació­n Lejana.

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