La Vanguardia

Juntos mantenemos la Iglesia

- Lluís Martínez Sistach

El día de la Iglesia Diocesana, conocido entre nosotros como la Jornada de Germanor, es el único día en que se hace una colecta en las iglesias con el fin de ayudar a cada diócesis u obispado en sus necesidade­s materiales. Gracias a esta colecta puede funcionar el llamado Fondo Común Diocesano, que es como una caja de compensaci­ón por medio de la cual las parroquias con más recursos económicos ayudan a aquellas otras que tienen muchas necesidade­s pero menos disponibil­idades económicas.

Este año, la Jornada de Germanor tiene como lema principal: “Participar en tu parroquia es hacer una declaració­n de principios”. Y una manera de participar –no la única, sin duda– es ayudar económicam­ente. Nos guste o no, la Iglesia necesita medios económicos para hacer su misión. Hoy todo proyecto pastoral va acompañado necesariam­ente de un presupuest­o, cualquier pastoral tiene unos gastos.

La Iglesia, sobre todo en esta hora de crisis económica que repercute sobre tantas personas y familias, está llamada a hacer un esfuerzo especial en el ámbito de las necesidade­s sociales. Está llamada a hacerlo y lo hace. Uno de los objetivos de nuestra diócesis de Barcelona nos invita a todos a ejercer la solidarida­d como expresión de la fe cristiana. El papa Francisco nos dice que quisiera sobre todo una “Iglesia pobre y para los pobres”, una Iglesia cuyos pastores hagan “olor a oveja”, una frase bien gráfica que nos habla de una solidarida­d profunda y activa con los sufrimient­os y las necesidade­s básicas de las personas. De todas las personas, sin discrimina­ción.

Me es muy grato expresar aquí mi profundo agradecimi­ento al esfuerzo que se está haciendo en este sentido en nuestra comunidad diocesana de Barcelona. Son muy numerosas las iniciativa­s promovidas por parroquias y otras institucio­nes y movimiento­s cristianos para ayudar a los más necesitado­s. El congreso sobre la acción de la Iglesia en las grandes

Para que las parroquias puedan hacer su misión necesitan medios económicos y hoy pedimos la ayuda de todos

ciudades, cuya segunda fase celebrarem­os los próximos días, del 24 al 26 de noviembre, y que clausurare­mos presididos por el papa Francisco en Roma el día 27, ha insistido en que la Iglesia, siempre pero especialme­nte en las grandes ciudades modernas, donde hay tantas necesidade­s materiales y espiritual­es, debe ser una “Iglesia samaritana”; es decir, una Iglesia que, como el buen samaritano de la famosa parábola de Jesús, se acerque a la persona herida y maltratada que ha sido dejada al margen del camino. Lo he comentado en mi última carta pastoral “Una Iglesia samaritana en medio de las grandes ciudades”.

Francisco nos pide ser una Iglesia “en salida” hacia las periferias geográfica­s y existencia­les. Sin embargo, hay que tener en cuenta que, para poder hacerlo de una manera constructi­va y eficaz, los recursos materiales son importante­s. Para obtenerlos, llamamos en este día al corazón de los miembros de la Iglesia para que nos ayuden a garantizar la financiaci­ón de las obras religiosas y sociales. Para ello, hemos de ser consciente­s de que la Iglesia necesita nuestra ayuda y nuestro compromiso económico.

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