Inspirada, adictiva y nada ‘retro’
Durante estos últimos tres lustros, aquella fantástica, inconfundible voz de los míticos Frankie Goes to Hollywood había permanecido aletargada, desaparecida del circuito. Con el cambio de coyuntura en los gustos y en las modas, de pronto emerge del olvido Holly Johnson, no por casualidad en un momento en que están muy en boga las operaciones retro del más diferente estilo. Un regreso de estas características lleva implícitas, ya de entrada, las sospechas y las suspicacias sobre su oportunismo, y en este sentido ya han aparecido algunas voces críticas que ven este suculento disco una obra vieja, es decir, un álbum que suena como si se hubiera grabado hace eso, tres lustros.
Afortunadamente, los oídos y la sensibilidad existían antes que los prescriptores, y la obra de John- son tiene un enfoque de modernidad, de actualidad, que gusta sin rezumar revivalismo. El pop bailable, de trazos y detalles adictivos, que elabora con el productor Mark Ralph, recurre a una serie de armas y recursos que podrán dar esa sensación primera y primaria de aire pretérito: las voces femeninas, el groove del bajo y, evidentemente, la característica sonoridad de los sintetizadores. Pero es igual de evidente que todos estos –y muchos más– artilugios se han empleado desde hace unos años hasta aquí con creciente profusión por muchos otros y sin ningún atisbo acusatorio de retro. La modernidad es un adjetivo arrojadizo y engañoso, pero de la misma manera que Frankie Goes... marcaron época en aquellos añorados ochenta, también se puede asegurar que esta Europa de Johnson es una inspirada propuesta de hoy.