La mejor final posible
Roger Federer levanta cuatro bolas de partido y se mide hoy con Novak Djokovic
La canción que da entrada a los jugadores en el O2 se queda grabada en la cabeza de los espectadores. “Todo está cambiando y he estado aquí tanto tiempo –haciendo las mismas cosas– que tengo que superarlo. Si todo está cambiando, simplemente tengo que dejarlo ir...”. La voz de Paloma Faith parece narrar lo que ha sido este 2014 en el tenis, que ha visto como nuevos nombres se hacían hueco entre el llamado Big Four. Siendo justos con las estadísticas, los cuatro fantásticos han sido en realidad un triunvira- to formado por Rafael Nadal, Novak Djokovic y Roger Federer. Un trío que ha vivido por primera vez la amenaza de otros rostros besando sus trofeos. Nole y Roger deben sonreír con la letra. Han estado aquí mucho tiempo, haciendo las mismas cosas, sí, pero no se van a ningún lado. Aunque todo esté cambiando, al final, ellos son los que pelearán por el título de maestro de maestros. Será el duelo 37.º entre estos dos colosos. La mejor final posible.
“Ha habido un momento en que he empezado a pensar demasiado en que tenía delante al número uno”, confiesa Nishikori, hasta ahora el único capaz de arañar un set a Djokovic, que no se lo tomó muy bien y le torturó en el tercero y definitivo (6-1, 3-6, 6-0). Fue una semifinal extraña, un bocadillo en el que el pan fueron dos mangas incontestables de Nole y el relleno los golpes ganadores del japonés. El segundo parcial fue el más entretenido, por la igualdad y por la implica- ción de la grada. El público, que bien había pagado la entrada –la más barata 119 euros y los boxes más exclusivos de hasta 4.100 euros–, celebró una doble falta de Djokovic que no sólo puso igualdad en el marcador, sino que descentró al campeón de Wimbledon durante media hora.
Aplaudió irónicamente Nole en el momento en que su rival le rompió el servicio, dirigiéndose a los 20.000 presentes, que le respondieron con un sonoro abucheo. “El público tiene derecho a hacer lo que quiera, a animar al jugador que prefieran. Algunos individuos se han pasado de la ra- ya durante todo el partido, con provocaciones a las que normalmente no respondo, pero hoy lo he hecho”, explicaba con cara de pocos amigos, reconociendo además que ese incidente le hizo perder la concentración, el juego y después el set.
A pesar del rifirrafe con la grada –que terminó con un mensaje encriptado al firmar con un punto en la cámara–, el número uno se sobrepuso sin más complicaciones. “Ahora veré en el sofá y con palomitas el siguiente parti- do”, bromeó. Eran poco más de las once de la noche cuando el thriller entre el de Basilea y Stan Wawrinka llegó a su fin (4-6, 7-5 y 7-6 (6)). Cuatro bolas de partido salvó el número dos del mundo, que tuvo que remontar un set de desventaja y un break en el parcial definitivo. Dos horas y cuarenta y ocho intensos minutos que a buen seguro mermarán el físico del campeón de 17 Grand Slams, que vivió al borde del precipicio y sólo precisó de una oportunidad para cerrar definitivamente la batalla. “Me siento muy afortunado por hacer esta entrevista ahora mismo”, confesaba un Federer convencido de que esta tarde, a partir de las siete, no contará con los favores de un amigo. Nole es otra historia.
EL INCIDENTE El jugador serbio se enfadó cuando el público celebró una doble falta suya y se descentró