El lápiz de los 22.500 millones
FRANÇOIS Rabelais dejó escrito que la falta del dinero es una cierta enfermedad. Así que, para curarse de tal padecimiento, resulta imprescindible buscarse la vida, más o menos como hizo él, pues abandonó los rigores de los monasterios para ejercer como médico primero y como escritor después. No es casual que, además de divertidas historias de ogros, redactara un tratado del vino en el siglo XVI, lo que pone de manifiesto que se sentía más cercano al humanismo renacentista que a la mística medieval. El conseller Andreu Mas-Colell, que ha leído a Rabelais, presentó ayer los presupuestos a la presidenta del Parlament, Núria de Gispert. En aquel lápiz de memoria de apenas tres centímetros cabían los 22.500 millones de gastos aprobados por el Govern para el 2015. Lejos quedan los tiempos en que el ujier cargaba miles de páginas de papel en una carretilla. Lo que no ha cambiado es la dificultad posterior para ajustarlos.
De hecho, los presupuestos del año próximo no cuadran. Los gastos superan en 2.200 millones a los ingresos. ¿Quién pagará esta cantidad al final? Se supone que el Gobierno de España. O eso al menos es lo que piensa –para ser más exactos, lo que dice– Mas-Colell a partir de lo que denomina deudas históricas. El titular de Economia reconoce que las finanzas catalanas continúan en una situación difícil con una financiación insuficiente, así que las cuentas presentadas reciben “un plus de contenido político”. No obstante, como nadie ha consultado en Madrid la posibilidad de disponer de estos recursos adicionales, es evidente que los presupuestos tienen algo de brindis al sol.
En cualquier caso, ni ERC ni PSC están por apoyarlos, así que todo puede acabar siendo un cuento rabelaisiano en tiempos poco renacentistas.