Rafael Catalá
MINISTRO DE JUSTICIA
Dentro de la ofensiva del PP contra el proceso soberanista, el ministro de Justicia, Rafael Catalá, aludió ayer a los totalitarismos “que todos recordamos en Europa en nuestra historia reciente” para criticar a Artur Mas.
JOSÉ MARÍA BRUNET CARMEN DEL RIEGO La ofensiva pedagógica que se han propuesto el Gobierno y el PP ante el proceso soberanista en Catalunya incluye incursiones en la interpretación histórica. En este caso, la de Europa. El ministro de Justicia, Rafael Catalá, y la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, advirtieron ayer de los peligros de poner la legitimidad por encima de la ley, aludiendo a casos “que todos recordamos en Europa, en nuestra historia reciente”, es decir, los fascismos y totalitarismos.
Rafael Catalá evocó el pensamiento político de Carl Schmitt, filósofo del derecho alemán vinculado al nazismo, para advertir al presidente de la Generalitat, Artur Mas, de los riesgos que supone todo intento de superar “la ley democrática mediante la acción supuestamente legitimadora de las masas”, porque “resulta de lo más inquietante y tiene antecedentes de infausto recuerdo” que “todos conocen”.
Fue en este contexto en el que Catalá mencionó al citado Schmitt, subrayando que tras las convulsiones provocadas por estas líneas de pensamiento en el siglo XX, volver “a este tipo de planteamientos compromete los derechos y las libertades de todos los españoles, apelando al liderazgo carismático de un líder y a la movilización en la calle de las masas para confundirlas con el conjunto de la sociedad”.
En el polo opuesto a esta ideo- logía invasiva, el ministro de Justicia colocó el pensamiento político de la Ilustración, en particular el representado por Jean Jacques Rousseau, de quien dijo que al situar la libertad de los ciudadanos en la cima de la organización social por la que abogaba definió las bases en que se fundan las sociedades democráticas. Ahora bien, sustituir a Rousseau por Schmitt –prosiguió– es “de lo más inquietante”. Por ello resulta urgente –añadió en un desayuno de Europa Press– cortar directamente con “esa subversión de los principios democráticos que anida en los intentos de situar una determinada voluntad por encima de la voluntad general”.
Para el ministro de Justicia, resulta urgente “deshacer esa idea letal que se trata de difundir des- de algunos ámbitos de que la política es lo opuesto a la ley”. En obvia alusión a las críticas por la judicialización del debate antes del 9-N. Catalá añadió que “sin respeto a la ley, la política desaparece de un plumazo”. Esas son –prosi-