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Los presupuestos para el 2015 presentados por el conseller Mas-Colell; y los buenos datos del empleo del mes de noviembre.
ANDREU Mas-Colell, conseller de Economia i Coneixement, presentó ayer en el Parlament de Catalunya el proyecto de ley de los presupuestos de la Generalitat para el 2015. El dato más relevante en estos presupuestos es que cifran los gastos previstos en 22.481 millones de euros y los ingresos, en 19.981 millones. De manera que quedan 2.500 millones de euros en el aire, 2.200 de los cuales no se sabe todavía de dónde se van a obtener.
Hace años que el Govern afirma que ya no puede recortar más el presupuesto. Desde el año 2010, se ha reducido el 20% del gasto en bienestar, el 17% del gasto en educación y el 16% del gasto en salud. Los ciudadanos han sufrido estos recortes y han expresado, una y otra vez, su queja. En el 2015, el Govern romperá esta tendencia a la baja. Y prevé partidas para abonar las pagas extras de los funcionarios (que no las han cobrado en los tres últimos ejercicios), y para volver a pagar el 100% del sueldo a los interinos (a los que se les rebajó un 15%). De ahí, entre otras razones, el aumento presupuestario, primero en cinco años, previsto para el 2015. Y de ahí la pretensión del Govern de que sea el Estado el que sufrague esos 2.200 millones.
El conseller Mas-Colell calificó ayer estos presupuestos de políticos. No le falta razón. Los presupuestos, como el resto de la actividad pública catalana, se ven afectados por la peculiar atmósfera que produce el contencioso entre el gobierno de la Generalitat y el estatal. Y cuando Mas-Colell habla de unos presupuestos políticos sugiere que quizás pueden ser instrumentalizados en la brega entre las dos administraciones. La Generalitat cree lógico reclamar fondos extraordinarios a Madrid, en particular después de que el presi- dente Rajoy, en su fugaz visita a Barcelona del pasado sábado, y tras negarse a hacer concesiones fuera del marco constitucional, indicara que estaba dispuesto a mantener, eso sí, el apoyo económico a la Generalitat. En Palau se considera que el presupuesto catalán para el 2015 brinda a Rajoy una gran ocasión para materializar esa promesa. Si aceptara el envite, la Generalitat cubriría en buena medida el hueco en sus cuentas. Si no lo hiciera, generaría quizás nuevos agravios para alimentar la causa soberanista, al interpretarse que las promesas del Gobierno son poco de fiar.
Los presupuestos constituyen una herramienta esencial para el buen gobierno de toda comunidad. De hecho, son la expresión tangible de los programas electorales de quienes ejercen el poder. A priori, no es pues habitual que se califiquen, en primera instancia, de políticos: lo mejor que puede decirse de un presupuesto no es eso, sino que es el idóneo para satisfacer las necesidades de la ciudadanía.
La mejor noticia de este presupuesto para el 2015 es la referida a funcionarios e interinos, ya comentada anteriormente. Sólo por eso ya sería bueno que saliera adelante. Pero, por desgracia, no está claro que dicho presupuesto cuente con los apoyos necesarios para progresar (salvo si PSC y ERC, que no van a respaldarlo, se abstienen al menos en su votación). Ni parece factible que se vaya a cumplir la exigencia de déficit del 0,7% –en septiembre ya superaba el 1,5% y a finales de año podría rondar el 2%–. Ni está garantizado que su tramitación no vaya a ser obstaculizada por una convocatoria de elecciones anticipadas. Ni, por último, que el Ministerio de Hacienda vaya a avenirse a proporcionar los recursos extraordinarios que se le reclaman.