El Gobierno israelí se rompe
El personalismo de Netanyahu fractura la coalición y fuerza un adelanto electoral
El primer ministro israelí y líder derechista del Likud, Beniamin Netanyahu, confirmó ayer la inminente celebración de elecciones anticipadas al anunciar el cese del ministro de Finanzas, el centrista Yair Lapid, y de la responsable de Justicia, Tzipi Livni. Además, presentaron su dimisión los cuatro ministros del partido de Lapid: Yaakov Peri (Ciencia y Tecnología), Shai Piron (Educación), Yael German (Sanidad) y Meir Cohen (Asuntos Sociales).
“Lapid y Livni han intentado hacer un complot contra mí creando una coalición alternativa con los ultraortodoxos. No permitiré que haya oposición dentro de mi Gobierno. Así no se puede dirigir un Estado”, manifestó Netanyahu.
El Gobierno formado por Netanyahu hace tan solo un año y medio llega a su prematuro fin a raíz de la desconfianza profunda del jefe del Ejecutivo hacia Lapid, presidente del partido Yesh Atid (Hay Futuro). Es la fracción hasta el momento más numerosa en el Gobierno, siendo apoyada por 19 diputados.
La polémica ley de la Nacionalidad, impulsada por Netanyahu, que antepone el carácter judío del Estado a su régimen democrático, ha despertado la rotunda oposición del Yesh Atid y del partido Hatnuah, el movimiento de Livni. Asimismo, el primer ministro y su responsable de Finanzas no lograron llegar a acuerdos económicos en una serie de temas relacionados con los presupuestos nacionales, que deberían ser aprobados antes de final del año.
Todos los analistas entienden que los próximos comicios, probablemente el 17 de marzo, serán una especie de referéndum sobre la continuidad de Netanyahu, quien aseguró que corre “un riesgo personal consciente para poder dirigir el Estado” y añadió que “para eso hace falta un partido de gobierno fuerte”.
Hace un año y medio, por primera vez en mucho tiempo, el Ejecutivo israelí dejó a los partidos ultraortodoxos en la oposi- ción. Lapid y sus ministros recortaron una serie de privilegios de los que gozaban los judíos jaredíes (ultraortodoxos) en temas sociales y aumentaron de forma significativa el número de jóvenes de esta comunidad que están obligados a hacer el servicio militar. Se les ayudaba a integrarse en el mercado de trabajo, en vez
OPOSICIÓN DE LAPID La ley que define el Estado como “judío” es una de las gotas que han colmado el vaso ELECCIONES LEGISLATIVAS Podrían celebrarse en marzo y serán como un plebiscito sobre el primer ministro
de seguir su formación en las academias rabínicas, las yeshivot.
Según pudo saber La Vanguardia, Netanyahu cerró de antemano un acuerdo con los ultraortodoxos y con los nacionalistas de HaBayit HaYehudi (La Casa Judía), el partido del ministro de Economía, Naftalí Bennett, para crear una nueva coalición si Netanyahu es elegido para su cuarta legislatura.
Netanyahu –que dirigió el gobierno de 1996 a 1999, y ahora desde el 2009– podría superar en la próxima legislatura al fundador de Israel, David Ben Gurión, que estuvo doce años en el poder.
El lunes por la noche tuvo lugar una dramática reunión cara a cara entre Netanyahu y Lapid para, supuestamente, intentar salvar el Gobierno. Al llegar Lapid, el primer ministro le presentó cinco condiciones que sabía que el líder centrista nunca podría
aceptar. Uno: detener los ataques contra el Gobierno por la construcción de viviendas en Jerusalén oriental y las críticas hacia Netanyahu por la crisis política con Estados Unidos.
Dos: aumentar inmediatamente en más de mil millones de euros el presupuesto de Defensa.
Tres: encontrar los presupues- tos necesarios de forma inmediata para el traslado de bases militares del centro del país hacia el desierto del Néguev, en el sur.
Cuatro: apoyar la ley de Nacionalidad presentada por Netanyahu en noviembre.
Cinco: congelar el plan de IVA cero para la vivienda destinada a parejas jóvenes, impulsado por Lapid, buscando así soluciones alternativas para reducir el precio de los inmuebles y del consumo en general.
Tras la batería de demandas, Lapid miró a Netanyahu y le dijo: “Bibi, esto es puro teatro”. Se levantó y se marchó. Cuando salió de la oficina del primer ministro, su asesor, Hillel Kobrinsky, le enseñó como el equipo de comunicación de Netanyahu ya había difundido durante la reunión un comunicado indicando los cinco puntos exigidos por el líder del Gobierno israelí.
Lapid lleva meses analizando la posibilidad de convertirse en uno de los primeros líderes políticos israelíes que apoyan el llamado plan árabe de paz, que empezó con la iniciativa saudí y que propone a Israel un acuerdo con los palestinos a cambio de relacio-
EBULLICIÓN Incluso Peres quiere crear una coalición que ponga fin al “reinado de Bibi”
nes diplomáticas con 57 estados musulmanes.
Ahora no está claro si este será uno de los principales temas de una campaña electoral que se avecina corta y sin piedad.
En el partido de Lapid y en la oposición laborista, encabezada por Yitzhak Herzog, estimaban ayer que las próximas elecciones serán por la cabeza del actual primer ministro. “Netanyahu decidió sacrificar los intereses nacio- nales israelíes por el bien de su supervivencia política”, acusó Herzog. “Este ha sido uno de los peores gobiernos de la historia de Israel”, dicen en su partido, y añaden: “Nos alegramos de que Lapid, aunque sea tarde, se haya dado cuenta”.
Para poder doblegar a los partidos de derecha, según las encuestas, todos los partidos de centroizquierda tendrían que unirse y mejorar sus resultados. Incluso el expresidente Shimon Peres, preocupado por la guerra religiosa en Jerusalén, se plantea crear una coalición política que ponga fin a lo que en Israel se define ya como “el reinado de Bibi”.