Obama confía a un ex alto cargo del Pentágono la cartera de Defensa
Ashton Carter dirigirá los cambios en la estrategia de guerra en Iraq y Siria
Ashton B. Carter, físico, de 60 años, y sobre todo un hombre que conoce todos los rincones del Pentágono, es la persona en la que confía Barack Obama para llevar a cabo el anunciado cambio en las estrategias de guerra de Estados Unidos. Obama tiene demasiados frentes abiertos –Afganistán, Iraq, Siria, Ucrania...– que requieren la reformulación estratégica que ha justificado el relevo al frente de la cartera de Defensa. Carter es la apuesta de Obama para sustituir al dimitido-destituido Chuck Hagel.
La decisión de Obama todavía no es oficial, la adelantó ayer The Washington Post, pero luego Jim Inhofee, el senador republicano de mayor rango en el comité de Servicios Armados, confirmó que había sido informado de la deci- sión presidencial. Obama apuesta sobre seguro. Después de la reforma migratoria impuesta por decreto, que regularizará a cinco millones de inmigrantes, el presidente no está en condiciones de plantear grandes inventos ni nuevas apuestas arriesgadas. Está condenado a gobernar sus dos últimos años de mandato desde la debilidad política, con las dos cámaras del Congreso controladas por un Partido Republicano en pie de guerra contra él. Así que la apuesta por Carter es la menos provocadora de todas las candidaturas que se habían planteado.
Carter es poco conocido en Washington pero muy respetado en el Pentágono, donde ha trabajado a lo largo de toda su vida en cargos de distinta responsabilidad. Apenas terminados sus estudios de Física y de Historia Medieval en la Universidad de Yale y superado el doctorado en Ox- ford, ya se incorporó como técnico en 1981 a un programa del Pentágono que se planteaba cómo garantizar la continuidad del Gobierno de Estados Unidos en caso de guerra nuclear. Luego fue un hombre clave en la gestión del final de la guerra fría en lo que se refiere al desmantelamiento de las armas nucleares ubicadas en las repúblicas exsoviéticas.
Condecorado en diversas ocasiones, su carrera ascendente le llevó hasta situarse como número 3 y como número 2 del Departamento de Defensa, con Clinton y con Obama, y su nominación siempre fue aprobada por unanimidad en el Senado, lo que indica su buena relación con los republi- canos. Con quien no se llevó tan bien fue con su antecesor, Chuck Hagel. Hace un año Carter abandonó el Pentágono sin dar muchas explicaciones. Sólo dijo: “Es hora de irme”. Y ahora volverá para sustituir a quien era su jefe.
De su buena relación con los militares habla el propio general Martin Dempsey, jefe del Estado Mayor Conjunto, que lo describió de manera muy significativa: “Creo que [Ashton Carter] es la figura más importante y menos conocida de Washington”.
Así pues Obama se lo ha puesto muy difícil a los republicanos para justificar un veto al nombramiento de Carter como sustituto de Hagel. Hasta el senador Jim Inhofe lo reconoció: “Estoy muy contento de que Carter sea nuestro secretario de Defensa. No me puedo imaginar ninguna oposición a su confirmación”.