La Vanguardia

Gabo como síntoma

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Que las universida­des de EE.UU. compiten por los archivos de los mejores escritores del mundo es un hecho sabido. Es en este contexto que la Universida­d de Texas, en Austin, ha adquirido el fondo personal de Gabriel García Márquez. Lo que sí resulta relevante es que en una capital del libro como Barcelona, aspirante a Ciudad Literaria de la Unesco y lugar de residencia del Nobel durante sus años más creativos, la noticia no haya suscitado el más mínimo debate. La falta de ambición a la hora de competir por los archivos de los escritores que han tenido estrecha relación con la ciudad es una constante en una Barcelona que parece no sentirse cómoda con su vinculació­n al boom latinoamer­icano. Ni siquiera el autor colombiano, cuya muerte causó una conmoción planetaria, ha merecido por ahora una placa que explique a propios y extraños cuáles fueron sus paisajes barcelones­es.

Tal vez la reacción hubiera sido otra si los documentos de Gabo, hasta ahora guardados en Ciudad de México, hubiesen ido a parar a alguna institució­n madrileña. La polémica habría sido inevitable. Y no porque la madriditis se haya extendido más allá del fútbol, sino porque el universo de las ambiciones barcelones­as se ha restringid­o hoy a las coordenada­s que enmarcan el debate CatalunyaE­spaña. La ciudad parece a veces demasiado pendiente de los mensajes que se emiten en Vic y Madrid con acuse de recibo en Bruselas, y muy poco de proyectars­e en el resto de las ciudades del mundo. Un síntoma de esa pérdida de tensión en sus apuestas internacio­nales se apreció en la presentaci­ón de la candidatur­a a los mundiales de atletismo del

El 2015 se celebra el cuarto centenario de la segunda parte de ‘El Quijote’, un hito de la marca Barcelona

2019. Es cierto que la capital de Qatar, Doha, partía con toda la ventaja de un presupuest­o inacabable. Así que su victoria no fue una sorpresa. Pero la candidatur­a barcelones­a adoptó un perfil muy modesto para lo que correspond­e a una ciudad que es un modelo internacio­nal a seguir por su capacidad de organizaci­ón. No se hizo el ridículo, pero se presentó una imagen desdibujad­a. Para entenderno­s, poco barcelones­a.

Volviendo a los libros, la ciudad tendrá en el 2015 la oportunida­d de rendir homenaje a la que fue la primera gran campaña de promoción de la marca Barcelona. Hablamos del quinto centenario de la publicació­n de la segunda parte de El Quijote, aquella en la que se describe la ciudad en términos sumamente elogiosos, pese a (o precisamen­te por ello) ser el lugar en el que el hidalgo recupera a su pesar la cordura. El nombre de Barcelona inició entonces un recorrido literario que ahora llamaríamo­s viral. De Cervantes al Victus de Albert Sánchez Piñol, una de las últimas novelas de éxito global con la ciudad de protagonis­ta, la literatura se ofrece como una apuesta segura en un contexto de competenci­a creciente. En cuestión de letras y de letraherid­os, a Barcelona no la derrotan los petrodólar­es de ningún jeque.

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