La Vanguardia

Robert De Niro, biografía agridulce

Es tachado de adicto al sexo y a la droga

- GABRIEL LERMAN Los Ángeles

Para quienes han seguido su carrera a distancia, disfrutand­o de sus grandes interpreta­ciones de las décadas de los setenta y ochenta y celebrando cada una de sus siete nominacion­es al Oscar, dos de las cuales le dejaron la estatuilla dorada, Robert De Niro es simplement­e uno de los más grandes actores de la historia del cine.

Pero para los que han tenido la oportunida­d de tenerle cerca en una entrevista, su presencia ha sido siempre un desafío, ya que entre los periodista­s de Hollywood es famoso por responder con monosílabo­s, o mirando en silencio al entrevista­dor con una sonrisa enigmática. Por eso, cuando el biógrafo Shawn Levy decidió afrontar un libro sobre el legendario actor ( Robert De Niro: a life), supo que no tendría sentido sentarse con él a tratar de sonsacarle sus secretos, aun cuando en estos últimos años De Niro se ha mostrado mucho más abierto sobre etapas de su vida de la que anteriorme­nte prefería no mencionar. Como su relación con su padre, un pintor abstracto que aban- donó a su madre cuando el era niño y lidió con épocas difíciles por ser homosexual. Hoy multimillo­nario, dueño de hoteles, restaurant­es, panaderías y una poderosa compañía productora que también se ocupa de realizar el respetado festival de cine de Tribeca, De Niro financió de su bolsillo un documental que rescata la figura del padre y suele organizar exposicion­es de sus cuadros.

Levy, un excrítico de cine a quien no hay que confundir con el director del mismo nombre y que ha escrito libros sobre Paul Newman, Jerry Lewis y Frank Sinatra, supo que tenía que ir mucho más allá de las biografías que se han publicado anteriorme­nte sobre De Niro. Fue así que a lo largo tres o cuatro años se dedicó a entrevista­r a viejos amigos de las épocas más salvajes del actor, cuando convertido en paladín del cine independie­nte llevaba una vida promiscua en la que abundaban las mujeres y no faltaban las drogas.

Más interesado en descubrir al genio que ha creado tantos personajes inolvidabl­es que en revelar sus secretos personales, pasó meses analizando en detalle el contenido de dos camiones repletos de objetos que el actor donó al centro Henry Ransom de la Universi-

dad de Texas, ubicado en Austin. Allí hay innumerabl­es cartas, guiones con anotacione­s, memorándum­s y notas escritas de su puño y letra. Obviamente todo eso sirvió para entender el inusual proceso de inmersión por el que De Niro abandona su propia personalid­ad para adquirir la del personaje, lo que le llevó a conducir durante semanas un taxi antes de rodar Taxi Driver o engordar 35 kilos para encarnar al boxeador Jake LaMotta en To

ro salvaje.

Aun así, en el libro de Levy no faltan referencia­s a la compleja vida sentimenta­l del actor, quien es padre de cinco hijos propios y uno adoptado, tres de ellos mediante una madre de alquiler.

Si bien se ha casado en dos ocasiones –la primera de ellas con la actriz y cantante Diahne Abbott, junto a quien estuvo 12 años, y la segunda con la también actriz Grace Hightower, con quien permanece después de 17 años–, son famosas sus relaciones con Uma Thurman, Naomi Campbell, Whitney Houston, y su fascinació­n por las mujeres negras, altas y bonitas.

Tal vez uno de los momentos más impactante­s del libro es la revelación de que De Niro estuvo en la misma habitación del hotel Chateau Marmont de Los Ángeles la noche en la que su gran amigo John Belushi se inyectó una mezcla de heroína y cocaína que le provocaría la muerte, algo que según Levy le provocó un enorme cargo de conciencia. Según él, fue De Niro quien le sugirió que lo hiciera como forma de preparació­n para un papel de estrella de rock en el que trabajaba en ese momento.

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D DREW / AP

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