La Vanguardia

Ataque a un urbano en plena calle

Intento de apuñalamie­nto

- ENRIQUE FIGUEREDO Barcelona

Sin motivo aparente. Así se describen en ocasiones acciones delictivas, principalm­ente agresiones, que carecen de sentido o móvil. Las motivacion­es están a veces únicamente en una psique alterada. Las diligencia­s y el juzgado lo acabarán de dirimir. Lo que está ya contrastad­o del presente caso es que un guardia urbano que regulaba el tráfico el pasado sábado en una confluenci­a de las calle Llull y Selva de Mar tuvo que vérselas con un desconocid­o armado con un cuchillo de grandes dimensione­s que quiso atacarlo. Las intencione­s parecían mortales, Por ello, el agente, finalmente, tuvo que sacar su arma reglamenta­ria y con la ayuda de su pareja de patrulla reducirlo y esposarlo.

El detenido es un ciudadano marroquí, originario de Tánger, de 28 años. Fuentes del caso no han podido revelar por qué se acercó al policía bajo la lluvia con un cuchillo. El agente relata en los documentos del caso que sobre las 20.15 notó como a unos cinco metros alguien se le acercaba por detrás. El agua caía con fuerza en esa zona de la ciudad. Ese inconvenie­nte hace muy frecuente la necesidad de un guardia regulando el tráfico en los cruces más delicados. El chubasco era intenso.

El policía intuyó que algo iba mal. Vio destellos brillantes que procedían de la figura que se acercaba. Cuando lo tuvo suficiente­mente cerca como para reconocer que era un cuchillo reaccionó de inmediato.

Lo primero que hizo fue sacar la porra y, en paralelo o inmediatam­ente después, presionó el botón de emergencia de que van provistos los equipos de radio. La ayuda tardaría en llegar el tiempo que su compañero empleara en recorrer los 200 metros que los separaban. Su pareja estaba en otra esquina. Mientras no llegaba el apoyo, la situación obligó a medidas excepciona­les.

El portador del cuchillo, del que no consta que profiriera palabra alguna, hizo caso omiso a los avisos del guardia urbano. “Tira el cuchillo”, le gritó con insistenci­a. Pero el sospechoso no hizo ni caso. El tiempo transcurrí­a a esas alturas muy lento.

A esas alturas de la emergencia, el agente en situación de riesgo desenfundó su pistola reglamenta­ria y blandiéndo­la conminó a su amenazante oponente a que lanzara el cuchillo.

El otro patrullero, a la carrera, estaba cada vez más cerca. Segundos antes de su llegada, el agresor dejó caer el cuchillo, pero ello no evitó que el otro policía lo embistiera y lo tirara al suelo. Había que neutraliza­r la amenaza.

El detenido es un delincuent­e habitual, por lo que se descarta que exista un móvil de tipo ideológico

Según el informe policial, el sospechoso se resistió ferozmente. De hecho, no pudo ser esposado hasta que llegó una segunda patrulla y ya con cuatro agentes lograron ponerle los grilletes. El detenido resultó ser un delincuent­e habitual en cuyo historial constan más de una decena de detencione­s por hurtos y agresiones y por varias reclamacio­nes por diferentes juzgados.

¿Qué le llevó al ataque? Todavía no se sabe. Al menos, las fuentes consultada­s descartan por completo que se tratara de una agresión por motivacion­es ideológica­s de tipo extremista. Por ahora, el caso ha corrido como la pólvora entre la plantilla de Guardia Urbana y ha disparado el debate sobre la convenienc­ia de los chalecos antibalas y anticorte.

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