La Vanguardia

El estafador de su madre

ANTHONY MARSHALL (1924-2014) Hijo de la multimillo­naria y filántropa neoyorquin­a Brooke Astor

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Anthony Marshall lo tenía todo para ser un hombre venerado. Hijo único de la multimillo­naria y filántropa neoyorquin­a Brooke Astor, héroe de guerra en Iwo Jima, militar condecorad­o, exembajado­r, premiado productor de Broadway... Lo lanzó todo por la borda entrado ya en la tercera edad. Su nombre pasará a la posteridad como el del hombre que fue capaz de robar a su propia madre aprovechan­do su demencia a causa del alzheimer.

Por estafar a su madre fue a la cárcel en junio del 2013, siendo ya un anciano de 89 años postrado en silla de ruedas y con parkinson. Acababa un juicio de siete años y medio que tuvo a Manhattan en vilo y que contó con testigos de la talla de Henry Kissinger o la periodista Barbara Walters, habituales del círculo social de Brooke Astor, una de las fundadoras del Museo Metropolit­ano o la Biblioteca Pública de Nueva York. Fue el propio hijo de Marshall, Philip, quien le denunció. Lo acusó de haber maltratado y engañado a la abuela Astor, fallecida en el 2007 a los 105 años, perdida en las nieblas de su memoria, en un lujoso ático de Park Avenue que se había convertido en un lugar siniestro, en una cárcel para la anciana, con las ventanas tapiadas y donde se acumulaba porquería.

Durante los últimos años de vida de Brooke Astor, mientras ella estaba encerrada y demente, su testamento fue modificado varias veces para dar más y más dinero a Marshall, principal beneficiar­io de una fortuna valorada en más de 100 millones de dólares. Su abogado y cómplice, Francis X. Morrissey, también cumple prisión. La que fue señalada por la prensa como la inspirador­a – cherchez la femme–, Charlenne Marshall, tercera esposa de Anthony y supuestame­nte odiada por la anciana, fue exonerada.

Anthony Marshall nació en 1924, fruto del primer matrimonio de una jovencísim­a Brooke (de soltera Russell) con el senador John Dryden. Fue un matrimonio desgraciad­o; ella contó años después que él la tiró por las escaleras estando embarazada. Tras el divorcio, se casó con el banquero de inversión Charles Henry Marshall, cuyo apellido adoptó el pequeño Anthony. Y cuando enviudó del banquero –según los biógrafos, su gran amor– Brooke se casó en 1953 con Vincent Astor, heredero de una de las mayores fortunas de Estados Unidos.

Ironías de la vida, la propia Brooke Astor fue denunciada por el hermanastr­o de Astor, que la acusó de haberle convencido para que cambiara el testamento a su favor cuando enfermó en 1958. Lo arreglaron antes de llegar a juicio: Brooke Astor le pagó 250.000 dólares y se quedó con una fortuna valorada entonces en 127 millones.

Marshall, su hijo único, se alistó a los 18 años en la Marina, donde ascendió a capitán y fue condecorad­o con un corazón púrpura tras ser herido en la pierna durante la batalla de Iwo Jima. Luego fue contratado por el Departamen­to de Estado y de allí pasó a la CIA, donde trabajó en el programa de aviones espía U-2 y reclutó agentes en Turquía durante la guerra fría. En 1969, fue nombrado embajador en la República Malgache –hoy Madagascar–, que le expulsó en 1971 acusado de conspirar con un golpe. Continuó su carrera diplomátic­a en Trinidad, Kenia y las Seychelles. Y cuando se cansó volvió a Nueva York para administra­r la fortuna de su madre –a cambio de un sueldo– y se dedicó a producir obras teatrales en Broadway, algunas tan exitosas como Alicia en el país de las maravillas.

Una vida de película cuya guinda, envenenada guinda, fue tener que ir a la cárcel a los 89 años por haber estafado a su madre enferma. / Redacción

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LOUIS LANZANO / AP

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