Energías que ponen
La caída del 40% del rublo es algo que ni el Maestro Alan Greenspan era capaz de imaginar cuando dijo que el grave conflicto abierto con Moscú no se resolvería en los campos de batalla, sino en los mercados. Y no tanto en los financieros, que también, sino en el mercado de la energía, donde el shale gas (gas de lutita) está demostrando ser un arma letal colocando el barril de petróleo en la perspectiva de 64 dólares.
Hace unos días, el embajador de España en Berlín, Pablo García-Berdoy, decía en el Centro de Estudios Internacionales de Barcelona que el parón de la economía alemana era visto por sus empresarios como el resultado de la imposición por parte de la coalición gobernante de un salario mínimo y del fuerte alza del coste de la energía tras el abandono de la nuclear. Según datos de Markit, la actividad manufacturera germana cayó el mes pasado hasta 49,5 (nivel de recesión) afectando a la zona euro.
Mientras, EE.UU. continuaba en fase de expansión, entre otras razones a causa del empuje de sus empresas, que se benefician de unos costes bajos de la energía gracias al fracking y al shale gas. Recordemos que Obama se opuso inicialmente a su uso y venta, pero fueron Texas y sus empresarios los que la impusieron, obligando al presidente a sustituir a su secretario de Estado de Energía del mismo modo que acaba de hacer con el jefe del Pentágono.
Repsol dice que el gas de lutita puede ser limpio, la Comisión Europea ha dado carta blanca a los países miembros y el Gobierno español dice que sí. Ahora que empieza la campaña presidencial en la CEOE sería bueno que los candidatos se pronunciasen.