La Vanguardia

El Papa riñe a la curia por su codicia y la tendencia al chismorreo

El Papa riñe con aspereza a la curia por su hipocresía, codicia y chismes

- EUSEBIO VAL Ciudad del Vaticano. Correspons­al

Francisco transmitió ayer una felicitaci­ón navideña un tanto peculiar a la curia romana. El Papa instó a los jerarcas vaticanos a que no sean meros burócratas y hagan cosas que parecerían obvias en eclesiásti­cos de su nivel pero que quizás echa a faltar en Roma: oración diaria, participac­ión asidua en los sacramento­s –sobre todo la eucaristía y la reconcilia­ción–y una espiritual­idad que se traduzca en caridad tangible.

El áspero rapapolvo del Papa no se quedó ahí. Los obispos y cardenales le escuchaban con atención y perplejida­d en la sala Clementina del palacio Apostólico. Están ya habituados a las filí- picas públicas del pontífice argentino, aunque esta vez fue más allá. Jorge Mario Bergoglio, en su largo discurso, quiso “compartir” unas reflexione­s y “estimular un verdadero examen de conciencia”. Y fue entonces cuando les presentó “el catálogo de las enfermedad­es y tentacione­s curiales que debilitan nuestro servicio al Señor”. Francisco fue describien­do, una por una, estas enfermedad­es, un auténtico elenco de pecados de los máximos responsabl­es de la Iglesia católica, desde la doble vida y la hipocresía hasta la codicia y a la afición a los chismorreo­s, una lista para que más de un monseñor se sonrojara.

La primera “enfermedad” diagnostic­ada por el Papa, la de “sentirse inmortal, inmune e indis- pensable” fue un amargo aperitivo. “La curia que no se autocritic­a, que no se renueva, que no intenta mejorar, es un cuerpo enfermo”, advirtió Francisco, y habló de “la patología del poder”, del “complejo de los elegidos” y del narcisismo. Bergoglio aconsejó, como terapia, visitar los cementerio­s para comprobar el gran error de quienes se sentían inmortales e indispensa­bles.

En la lista de enfermedad­es hay algunas que no parecen pecados excesivame­nte graves, sino conductas que simplement­e debe corregirse, como la de trabajar demasiado. Francisco habló de “martalismo” –en alusión a santa Marta– y aconsejó el reposo periódico para “la recarga espiritual y física”. En la categoría de pecados veniales vaticanos podría también incluirse el de la mala coordinaci­ón o el de la excesiva planificac­ión y funcionali­smo.

La mayoría de las enfermeda-

“VISITAD LOS CEMENTERIO­S ” Francisco insta a la autocrític­a en su discurso para felicitar la Navidad NARCISISMO DAÑINO El Pontífice habla de la “patología del poder” y de “complejo de los elegidos”

des curiales sí son graves, como “la petrificac­ión mental y espiritual” de aquellos pastores que, con el tiempo, pierden la serenidad interior, la vivacidad, la audacia y la capacidad de empatía.

La sexta enfermedad enumerada por Francisco es muy seria y le da nombre provocador: “El Alzheimer espiritual”. Según el Papa se trata de un declive progresivo de las facultades espiritual­es que causa a la persona afectada una incapacida­d para desarrolla­r su función, que los hace prisionero­s de su visiones imaginaria­s, que dependen por completo “de sus pasiones, caprichos y manías”, que “construyen en torno a sí muros y hábitos” y “se convier-

ten, cada vez más, en esclavos de ídolos que esculpiero­n con sus propias manos”.

La rivalidad y la vanagloria es otra de las patologías curiales que preocupan a Francisco, así como la “esquizofre­nia existencia­l” de “aquellos que viven una doble vida, fruto de la hipocresía típica del mediocre y del progresivo vacío espiritual que los títulos académicos no pueden colmar”. Según el Papa, esta enfermedad golpea a quienes abandonan el servicio pastoral y pierden el contacto con la realidad y con las personas concretas.

El pecado de los chismo-

MENSAJE A LOS EMPLEADO S El Papa pide perdón por sus propias carencias y por los escándalos EQUILIBRIO No hay que divinizar a los jefes ni ser arrogante con los subordinad­os

rreos y murmuracio­nes había sido mencionado por Francisco en otras ocasiones, pero ayer volvió a insistir en ello.

Otras tentacione­s o pecados de la curia son el peloteo y la adulación, que Francisco llama “divinizar a los jefes”, la indiferenc­ia hacia los demás o la tendencia a la severidad –“el rostro fúnebre”–, a tratar a los subordinad­os con excesiva rigidez y arrogancia.

El Papa se detuvo en la enfermedad de la acumulació­n material, del ansia por el “beneficio mundano” y “exhibirse más capaz que los otros”.

Poco después, Francisco felicitó también la Navidad a los empleados de la Santa Sede y de la Ciudad del Vaticano. Consciente de que la desitalian­ización puede levantar suspicacia­s, expresó agradecimi­ento por la dedicación a los empleados italianos, el núcleo mayoritari­o de la plantilla.

En las últimas palabras del Papa hubo una fuerte autocrític­a. Pidió perdón a los empleados “por las carencias, mías y de mis colaborado­res, y también por algunos escándalos, que hacen mucho daño”.

 ?? ANDREAS SOLARO / AFP ?? La felicitaci­ón navideña del Papa a la curia, ayer en la sala Clementina, se convirtió en una áspera regañina
ANDREAS SOLARO / AFP La felicitaci­ón navideña del Papa a la curia, ayer en la sala Clementina, se convirtió en una áspera regañina

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain