La Vanguardia

La ‘primavera’ tunecina

Beji Caid Esebsi gana la presidenci­a y promete un gobierno de unidad

- XAVIER MAS DE XAXÀS

Cuatro años después de una revolución que sacudió el mundo árabe, Túnez ha completado la transición a la democracia con la primera elección libre de su presidente desde la independen­cia, en 1956.

Hace cuatro años que Túnez inició una revolución que sacudió el mundo árabe. La pobreza y la falta de oportunida­des que encendiero­n aquel levantamie­nto no han desapareci­do, pero aún así Túnez ha podido completar la transición a la democracia. Beji Caid Esebsi se convirtió ayer en el primer presidente elegido democrátic­amente desde la independen­cia de Francia en 1956.

Esebsi, de 88 años, veterano político que fue ministro de Asuntos Exteriores, Interior y Defensa con Habib Burguiba, el padre de la república tunecina, ha prometido un gobierno de unidad. “Hay que trabajar juntos por Túnez”, ha dicho.

Este anuncio implica que ahora debe elegir a una personalid­ad de gran nivel para dirigir el go- bierno. La Constituci­ón, aprobada el pasado mes de enero, otorga grandes poderes al primer ministro.

Nida Tounes, el partido laico y conservado­r de Esebsi, ganó las legislativ­as de octubre, pero no tiene mayoría absoluta. Necesita un aliado, y Esebsi puede elegir a los islamistas de Enahda, segunda fuerza parlamenta­ria, aunque le bastaría con el apoyo del joven multimillo­nario Slim Riahi, un empresario al estilo de Berlusconi, con intereses en la construcci­ón, los medios de comunicaci­ón y el fútbol.

Esebsi ha ganado la presidenci­a con el 55,68% de los votos. Moncef Marzuki, el presidente saliente, hombre de la izquierda y aliado de los islamistas, se ha quedado en el 44,32%. La participac­ión alcanzó el 60%.

El Túnez más pobre del sur y del interior votó a Marzuki, mien- tras que Esebsi ganó en el norte del país y el litoral, donde la clase media está más asentada.

El principal reto del nuevo mandatario es fortalecer la democracia, reforzando las estructu- ras del Estado y garantizan­do la estabilida­d. Sólo así la economía podrá volver a crecer a un ritmo suficiente para crear empleo.

El diario La Presse explicaba ayer que “el aparato productivo está roto, la inversión es ridícula, la tasa de paro es alarmante, el poder adquisitiv­o está bajo mínimos y la situación social está totalmente desordenad­a”. Es como si la revolución hubiera incumplido casi todas sus promesas.

La pugna política entre islamistas y laicos durante los últimos tres años ha desatendid­o las re- formas económicas y estructura­les que necesita Túnez.

Corregir este error será tarea de un primer ministro que, si Esebsi atiende a sus asesores, será una personalid­ad de gran nivel, preferible­mente joven, que dirija un equipo de tecnócrata­s y políticos donde los islamistas estén representa­dos.

Mehdi Jomaa, el actual primer ministro, es un ingeniero que ha gobernado desde enero con un equipo de tecnócrata­s y que ha iniciado las reformas que Esebsi reclamaba. Tiene 52 años.

El nuevo presidente puede gobernar sin los islamistas aunque sopesa incorporar­los al gobierno

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ANIS MILI / REUTERS Los partidario­s de Esebsi salieron ayer a las calles de Túnez para celebrar su victoria

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