Alarma en Francia después de tres ataques con tintes islamistas
Atropello masivo en la feria navideña de Nantes tras otro similar en Dijon
Un ataque contra un mercadillo de Navidad en Nantes, la tercera agresión en tres días, disparó las alarmas en Francia. Diecisiete personas resultaron heridas anoche, cinco de gravedad, cuando un hombre al volante de una camioneta arrolló indiscriminadamente a la gente que paseaba por la plaza llena de casetas navideñas. El conductor –uno de los heridos– se asestó luego nueve puñaladas, según la policía.
Parece que el agresor –identificado como Sébastien S.– no gritó ninguna proclama política ni religiosa, y anoche era pronto para aventurar el móvil, pero el ataque llegó en un momento muy enrarecido después de otros dos ataques durante el fin de semana a manos de agresores que invocaron a Alá.
El sábado, un joven de origen burundés apuñaló a tres policías al grito de Alahu akbar! (Alá es el más grande!) en Joué-lès-Tours, antes de ser abatido a tiros por las fuerzas de seguridad. Lo mismo clamaba el hombre que, un día después, sembró el pánico en Dijon al atropellar a 13 peatones en distintos puntos de la ciudad. Después de esta secuencia, era inevitable que todo el mundo pensase anoche en el islamismo cuando salió la noticia de Nantes.
Horas antes, el presidente François Hollande había pedido “no sucumbir al pánico” y recordó que los servicios del Estado tienen la consigna de guardar una “extrema vigilancia”.
A lo largo del día, las autoridades subrayaron que el ataque del sábado y del domingo no tienen ningún vínculo. Si bien en el primer caso parece evidente la motivación islamista radical, en el se- gundo el agresor tiene un historial de trastornos psiquiátricos. La fiscal que investiga el ataque de Dijon fue contundente al afirmar que “no es en absoluto un acto terrorista” y lo atribuyó al acto de “un desequilibrado mental”.
El agresor, de 40 años y nacido en Francia de madre argelina y padre marroquí, es toxicómano y ha estado 157 veces internado en centros psiquiátricos, subrayó Marie-Christine Tarare. El hombre, que fue detenido tras una persecución de media hora por la ciudad, explicó que estaba viendo la televisión cuando se sintió invadido por un repentino dolor por el sufrimiento de los niños palestinos y chechenos. En el domicilio de sus padres, donde vive, no se halló ningún objeto ni documento de índole islamista.
El ataque a cuchillo de Jouélès-Tours, en cambio, sí que se ha puesto en manos de la Fiscalía antiterrorista. El agresor, Bertrand Nzohabonayo, de 20 años y nacido en Burundi, se había convertido al islam y había colgado en su Facebook una bandera del grupo yihadista Estado Islámico (EI). Estaba fichado por casos de delincuencia menor, pero no por actividades relacionadas con el terrorismo, explicó el ministro del Interior, Bernard Cazeneuve.
Su hermano y su hermana han sido detenidos, él en Burundi donde estaba de vacaciones, y
En Joué-lès-Tours, un islamista atacó a tres policías con un cuchillo antes de ser muerto por los agentes
ella en Francia. El hermano, Brice, de 19 años, era conocido por las fuerzas de seguridad por sus posiciones radicales y según fuentes de la investigación estuvo pensando ir a Siria a luchar con el EI.
Pese a los llamamientos a la calma, la alarma se ha disparado, en un ambiente de miedo por el creciente número de europeos que se han unido a la yihad en Siria e Iraq. “Nunca hemos estado ante un peligro tan grande en materia terrorista”, admitió el primer ministro, Manuel Valls, que apeló a la sociedad a reaccionar ante la rápida radicalización de jóvenes. Valls recordó que existen “un millar de individuos, franceses o residentes en Francia, que se sienten implicados” por la yihad.
La extrema derecha no tardó en salir en tromba. El número dos del Frente Nacional, Florian Philippot, acusó al Gobierno de debilidad ante el islamismo y relacionó los ataques con “la falta de control de las fronteras” y la “inmigración descontrolada”.