La Vanguardia

El alcalde de Nueva York pide parar las protestas y buscar vías de unidad

La muerte de dos agentes neutraliza las manifestac­iones por el racismo policial

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

La trágica paradoja de Nueva York. Ha hecho falta que un tipo con problemas mentales –intentó suicidarse varias veces– asesinara a dos policías a sangre fría, antes de matarse a sí mismo, para que los ciudadanos se vuelquen en muestras de adhesión y fraternida­d hacia los uniformado­s.

Otra acera, otro memorial. En la avenida Tompkins, confluenci­a con Myrtle, paisanos y policías no cesaron ayer de depositar ramos de flores. Se arrodillan, se santiguan, se abrazan. Lloran. En ese punto cayeron el sábado sus compañeros Wenjian Liu, de 32 años, y Rafael Ramos, de 40.

“Os habéis ido, pero no os olvidamos”, reza uno de los diversos carteles colocados junto a un despliegue de velas. “Les vi ahí parados”, recordó Diomar Brito, que reside casi enfrente, en uno de los edificios de viviendas sociales. Emigrada de República Dominicana en el 2003, Diomar explicó que hace cuatros años “teníamos problemas en la comunidad, entre vecinos”. Entonces destinaron más policías. De hecho, Liu y Ramos hacían horas extras para reforzar la seguridad. “Desde que ellos vinieron, todo ha ido mucho mejor, nos sentimos protegidos, no hay alboroto por las noches y es un buen lugar para los niños, ”, sostiene en presencia de Chelsea, su hija de seis años.

Así se ha neutraliza­do la narrativa al uso basada en la denuncia de la brutalidad policial hacia las minorías, en especial a los negros, que ha llenado las calles neoyorquin­as estas semanas.

El alcalde Bill de Blasio, al que los sindicatos policiales han tirado a la hoguera, formuló ayer una petición. “Dejad a un lado las protestas”, dijo en su discurso en la Police Athletic League. Requirió esa pausa hasta que se celebren los funerales, previstos para el día 27. “Hay que dar un paso atrás, este es momento de estar con las dos familias y de aparcar debates políticos y manifestac­iones, cosas de las que ya hablaremos cuando correspond­a”, insistió De Blasio, que antes visitó a los familiares de los dos difuntos.

Sin embargo, fue su jefe del NYPD, William Bratton, quién poco antes vinculó esas manifestac­iones y la acción del pistolero Ismaaiyl Brinsley. “Resulta bastante aparente y obvio que convertir en objetivos a los dos policías es una derivación del asunto central de las manifestac­iones”, afirmó en la cadena NBC.

Aseguró, además, que “el alcalde ha perdido la confianza de algunos oficiales”. Matizó que “no es necesario que se disculpe, esto es algo que nos debe llevar a la unidad y no a separarnos más”.

Una vuelta de tuerca en la que ha aflorado esta escisión entre el alcalde progresist­a y los conservado­res sindicatos policiales, que le acusan de tener las manos manchadas de sangre por su tolerancia hacia los que critican al cuerpo. Sus miembros han reforzado su protección al albur de nuevas amenazas en las redes sociales al estilo de las que colgó Brinsley.

El conflicto perdura. Cómo ol-

El jefe de la policía, William Bratton, dice que el doble crimen deriva del “asunto de las protestas”

vidar el vídeo de la muerte de Eric Garner. Pero la sangre de los agentes Liu y Ramos pone sordina a los gritos reclamando justicia para los negros.

Hasta el memorial por los agentes se desplazó Emery, un negro que ha participad­o en las protestas. “Esto (el asesinato de los dos policías) no tiene sentido, no hay conexión con Eric Garner. Se han de cambiar cosas, pero no de esta manera. Necesitamo­s a la policía y mejores leyes”.

De Blasio formuló un deseo: “Encontrare­mos el camino por el que ir todos juntos”.

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SETH WENIG / AP Ramos de flores donde murieron Rafael Ramos y Wenjian Liu

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