La Vanguardia

El embargo no lo es todo

Raúl Castro pidió a los cubanos que no utilizaran el bloqueo como pretexto para no producir más

- FERNANDO GARCÍA

Un funcionari­o vietnamita le dice a un colega cubano: “¿Cómo es que ustedes, que nos enseñaron a sembrar café hace años, ahora nos lo estén comprando a nosotros?”. El isleño responde: “La culpa es del bloqueo”. Esta anécdota no es una maldad de la disidencia o el exilio sobre la abusiva utilizació­n del embargo co-

AUMENTAR LA PRODUCCIÓN “¡La tierra está ahí, esperando nuestro sudor!”, clamó Castro en el 2009

EL OBSTÁCULO “ESENCIAL ” Obama ya anunció diversas medidas para abrir agujeros en el muro del embargo

mo excusa para todo lo que se hace mal o no se hace en Cuba. Quien la contó no es otro que el presidente Raúl Castro. Lo hizo en un discurso ante el parlamento hace cuatro años. Era su forma de exhortar a los 614 diputados y a todos los ciudadanos a que dejaran ya de escudarse en las sanciones del “imperio” para no producir más.

Raúl Castro llevaba algún tiempo pidiendo al personal que dejara de refugiarse en el embargo. Ya en julio del 2009 había clamado: “¡No se trata de gritar ‘patria o muerte’, ‘abajo el imperialis­mo’ o ‘el bloqueo nos golpea’! ¡La tierra está ahí, esperando por nuestro sudor! Y, a pesar de los calores, hay que hacerla producir”.

En sus intervenci­ones de las últimas horas a raíz de su acuerdo con el presidente norteameri­cano Barack Obama, el líder cubano puso el énfasis en la necesidad de que el Congreso de Estados Unidos elimine el obstáculo “esencial” del embargo. Pero en su discurso del pasado sábado ante la Asamblea Nacional, Castro también pidió a Obama que utilice sus poderes presidenci­ales para seguir abriendo agujeros como los que de hecho él y otros líderes norteameri­canos han ido haciendo para horadar dicho muro económico.

El “negrito”, como los cubanos llaman al presidente de EE.UU., ya anunció la semana pasada unas cuantas medidas en ese sentido: desde facilidade­s para el envío de remesas a la isla hasta la autorizaci­ón a los estadounid­enses para utilizar tarjetas de crédito en Cuba, pasando por la vía li- bre a la exportació­n de materiales de construcci­ón y suministro­s agrícolas, el desbloqueo de las cuentas que los cubanos emigrados tengan en Estados Unidos o la luz verde a doce categorías de viajes o intercambi­os en las que cabe casi todo.

Las nuevas fisuras en el embargo animarán la economía cubana y en parte compensará­n la menor ayuda que llegará de Venezuela a raíz de la bajada del petróleo. La dinamizaci­ón vendrá por tres vías: el aumento del turismo, aunque no se llame así, gracias a las facilidade­s mencionada­s; las inyeccione­s económicas que, a tra-

vés de remesas de divisas más cuantiosas desde ahora, los cubanoamer­icanos destinarán a los nuevos negocios privados montados por sus familias en la isla desde que Raúl los autorizó en el 2010; y un flujo de suministro­s que ayudará a construir infraestru­cturas y viviendas (la isla padece un déficit de 600.000 casas) y abastecerá a los agricultor­es privados a quienes el Estado cubano viene ofreciendo tierras en usufructo desde el 2009.

El embargo, que sin duda perjudica y seguirá dañando a Cuba mientras el Congreso no lo eche abajo, se verá así socavado con nuevos túneles como el que opera desde el 2001 con la importació­n de alimentos de Estados Unidos. Aquel año, a raíz del huracán Michelle, la Administra­ción Bush aprovechó una excepción a la normativa del embargo para aprobar la venta de productos alimentari­os a la isla. Y el enemigo se convirtió en uno de los principale­s proveedore­s de esa vital mercancía en Cuba.

Pero ni los agujeros ni la caída del embargo solucionar­án el gran

COLAPSO DE LA AGRICULTUR­A La otrora fértil Cuba tiene que importar entre el 60% y el 70% de los alimentos

CAÍDA DEL PRECIO DEL AZÚCAR Fidel desmanteló el 60% de las plantas transforma­doras en el 2002

problema de Cuba: la producción. Para empezar, casi seis años después de iniciarse el programa de entrega de tierras, el Gobierno reconoce que el plan no da los frutos esperados y más del 16% de la tierra cultivable en la isla sigue “esperando por el sudor” de los cubanos, como dijo Raúl Castro. Así que la otrora fértil Cuba tiene que importar entre el 60% y el 70% de la comida que sus ciudadanos consumen. Y parte del café. Y, a ratos, incluso azúcar.

La industria azucarera es paradigmát­ica de la deriva de Cuba. En 1970, Fidel Castro puso patas arriba el país para cumplir la meta productiva de 10 millones de toneladas. No lo consiguió y, aunque se superaron los 8 millones, el resto de la economía quedó gravemente dañada. El fin de la URSS acabó con el principal im- portador y suministra­dor de esa industria. En el 2002, con los precios de la gramínea hundidos, Fidel ordenó desmantela­r el 60% de las plantas transforma­doras. En los años siguientes los precios remontaron, pero era tarde. Ahora, Cuba produce menos de 1,7 millones de toneladas; el Gobierno se tira de los pelos por las decisiones del pasado y empieza a aceptar inversione­s extranjera­s para recuperar posiciones en el sector.

Algo parecido sucede con los negocios privados. Con su “Ofensiva Revolucion­aria”, en 1968 Fidel Castro expropió y estatalizó tiendas, bares, restaurant­es, peluquería­s y talleres de todo tipo. Los efectos fueron devastador­es. Ahora Raúl da marcha atrás. Da licencias para pymes y acepta el dinero procedente del exilio. La necesidad aprieta.

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Unidos en La Habana para pedir un visado, después del acuerdo entre Obama y Raúl Castro

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