El embargo no lo es todo
Raúl Castro pidió a los cubanos que no utilizaran el bloqueo como pretexto para no producir más
Un funcionario vietnamita le dice a un colega cubano: “¿Cómo es que ustedes, que nos enseñaron a sembrar café hace años, ahora nos lo estén comprando a nosotros?”. El isleño responde: “La culpa es del bloqueo”. Esta anécdota no es una maldad de la disidencia o el exilio sobre la abusiva utilización del embargo co-
AUMENTAR LA PRODUCCIÓN “¡La tierra está ahí, esperando nuestro sudor!”, clamó Castro en el 2009
EL OBSTÁCULO “ESENCIAL ” Obama ya anunció diversas medidas para abrir agujeros en el muro del embargo
mo excusa para todo lo que se hace mal o no se hace en Cuba. Quien la contó no es otro que el presidente Raúl Castro. Lo hizo en un discurso ante el parlamento hace cuatro años. Era su forma de exhortar a los 614 diputados y a todos los ciudadanos a que dejaran ya de escudarse en las sanciones del “imperio” para no producir más.
Raúl Castro llevaba algún tiempo pidiendo al personal que dejara de refugiarse en el embargo. Ya en julio del 2009 había clamado: “¡No se trata de gritar ‘patria o muerte’, ‘abajo el imperialismo’ o ‘el bloqueo nos golpea’! ¡La tierra está ahí, esperando por nuestro sudor! Y, a pesar de los calores, hay que hacerla producir”.
En sus intervenciones de las últimas horas a raíz de su acuerdo con el presidente norteamericano Barack Obama, el líder cubano puso el énfasis en la necesidad de que el Congreso de Estados Unidos elimine el obstáculo “esencial” del embargo. Pero en su discurso del pasado sábado ante la Asamblea Nacional, Castro también pidió a Obama que utilice sus poderes presidenciales para seguir abriendo agujeros como los que de hecho él y otros líderes norteamericanos han ido haciendo para horadar dicho muro económico.
El “negrito”, como los cubanos llaman al presidente de EE.UU., ya anunció la semana pasada unas cuantas medidas en ese sentido: desde facilidades para el envío de remesas a la isla hasta la autorización a los estadounidenses para utilizar tarjetas de crédito en Cuba, pasando por la vía li- bre a la exportación de materiales de construcción y suministros agrícolas, el desbloqueo de las cuentas que los cubanos emigrados tengan en Estados Unidos o la luz verde a doce categorías de viajes o intercambios en las que cabe casi todo.
Las nuevas fisuras en el embargo animarán la economía cubana y en parte compensarán la menor ayuda que llegará de Venezuela a raíz de la bajada del petróleo. La dinamización vendrá por tres vías: el aumento del turismo, aunque no se llame así, gracias a las facilidades mencionadas; las inyecciones económicas que, a tra-
vés de remesas de divisas más cuantiosas desde ahora, los cubanoamericanos destinarán a los nuevos negocios privados montados por sus familias en la isla desde que Raúl los autorizó en el 2010; y un flujo de suministros que ayudará a construir infraestructuras y viviendas (la isla padece un déficit de 600.000 casas) y abastecerá a los agricultores privados a quienes el Estado cubano viene ofreciendo tierras en usufructo desde el 2009.
El embargo, que sin duda perjudica y seguirá dañando a Cuba mientras el Congreso no lo eche abajo, se verá así socavado con nuevos túneles como el que opera desde el 2001 con la importación de alimentos de Estados Unidos. Aquel año, a raíz del huracán Michelle, la Administración Bush aprovechó una excepción a la normativa del embargo para aprobar la venta de productos alimentarios a la isla. Y el enemigo se convirtió en uno de los principales proveedores de esa vital mercancía en Cuba.
Pero ni los agujeros ni la caída del embargo solucionarán el gran
COLAPSO DE LA AGRICULTURA La otrora fértil Cuba tiene que importar entre el 60% y el 70% de los alimentos
CAÍDA DEL PRECIO DEL AZÚCAR Fidel desmanteló el 60% de las plantas transformadoras en el 2002
problema de Cuba: la producción. Para empezar, casi seis años después de iniciarse el programa de entrega de tierras, el Gobierno reconoce que el plan no da los frutos esperados y más del 16% de la tierra cultivable en la isla sigue “esperando por el sudor” de los cubanos, como dijo Raúl Castro. Así que la otrora fértil Cuba tiene que importar entre el 60% y el 70% de la comida que sus ciudadanos consumen. Y parte del café. Y, a ratos, incluso azúcar.
La industria azucarera es paradigmática de la deriva de Cuba. En 1970, Fidel Castro puso patas arriba el país para cumplir la meta productiva de 10 millones de toneladas. No lo consiguió y, aunque se superaron los 8 millones, el resto de la economía quedó gravemente dañada. El fin de la URSS acabó con el principal im- portador y suministrador de esa industria. En el 2002, con los precios de la gramínea hundidos, Fidel ordenó desmantelar el 60% de las plantas transformadoras. En los años siguientes los precios remontaron, pero era tarde. Ahora, Cuba produce menos de 1,7 millones de toneladas; el Gobierno se tira de los pelos por las decisiones del pasado y empieza a aceptar inversiones extranjeras para recuperar posiciones en el sector.
Algo parecido sucede con los negocios privados. Con su “Ofensiva Revolucionaria”, en 1968 Fidel Castro expropió y estatalizó tiendas, bares, restaurantes, peluquerías y talleres de todo tipo. Los efectos fueron devastadores. Ahora Raúl da marcha atrás. Da licencias para pymes y acepta el dinero procedente del exilio. La necesidad aprieta.