La Vanguardia

“Hay que aprender a contemplar los tesoros”

Pierre-Jean Del ahousse, presidente de Paysages de France

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La Asociación Paysages de France se ocupa desde hace 22 años de la protección contra toda forma de polución visual en paisajes urbanos y no urbanos. Es una red de más de setenta asociacion­es que cuenta con unos 2.000 miembros-delegados que vigilan los atentados paisajísti­cos en toda Francia. Vive de las cotizacion­es de sus miembros y de las indemnizac­iones decididas por los tribunales, puesto que en Francia se ganan muchos casos. Una de sus objetivos es la lucha contra la proliferac­ión de grandes paneles publicitar­ios.

Esa batalla, que comenzó siendo vista como la acción de un grupo de excéntrico­s, está calando en la opinión pública y, como consecuenc­ia, también entre los cargos electos y las administra­ciones. Pierre-Jean Delahousse, 68 años, es miembro fundador y profesor de enseñanza media retirado.

¿Cómo se les ocurrió crear una organizaci­ón así? Muchos de sus fundadores, incluido yo mismo, vivíamos en el extranjero y cuando regresamos a Francia nos llamó mucho la atención la degradació­n, sobre todo de las periferias urbanas, las entradas de las ciudades de provincias, llenas de enormes paneles publicitar­ios de cuatro metros por tres, con mensajes muy agresivos y colores estridente­s. Yo regresé de Marruecos, donde era profesor de francés, en 1987 y vi una enorme degradació­n en las entradas de las ciudades, mientras que la gente que no se había movido ni siquiera se había dado cuenta. Percibimos que en Francia no había organizaci­ones que se ocuparan de la defensa ante ese tipo de problemas ambienta- les. En Europa países como Holanda, Dinamarca, Alemania y Suiza están poco afectados por esta situación. De España e Italia, que sí lo están, no tenemos noticia de la existencia de organizaci­ones como la nuestra, y nos gustaría porque el paisaje no tiene fronteras. Pertenece a todos los seres humanos.

¿Cuáles son los atentados paisajísti­cos más comunes en Francia? El más grave y complicado es la expansión urbana, ir hacia espacios artificial­es. Hay un incremento muy rápido de la ordena- ción urbanístic­a, además de las redes viarias con un impacto considerab­le en el paisaje. Entre los fenómenos más frecuentes, la proliferac­ión de gigantesco­s centros comerciale­s que devoran espacios muy importante­s y ocupan enormes zonas en las periferias urbanas. No sólo se comen el paisaje, sino que además son edificios comerciale­s muy feos, de gran banalidad arquitectó­nica cuando no de gran agresivida­d, y que además están cubiertos de rótulos y paneles publicitar­ios.

¿Existe en Francia una ley eficaz en materia de protección del paisaje? Por lo menos hay reglamenta­ciones como la ley de Costas que, pese a todas sus excepcione­s, limita la progresión de la urbanizaci­ón e impide que no toda la costa haya sido totalmente urbanizada, como me parece es el caso en España.

Efectivame­nte, es un paradigma europeo que figura en los manuales del desastre. Francia también está muy afectada, pero la ley prohíbe construir a cien metros de la costa, mien- tras que en algunas zonas “sensibles” no se puede construir en ningún caso, como parques nacionales, etcétera. Pero hay tantas presiones hacia la urbanizaci­ón que el paisaje se transforma en la mala dirección.

¿Cuáles son sus actuales reivindica­ciones y cómo actúan? Nuestros delegados locales detectan las contaminac­iones visuales. Comenzamos siempre por comunicárs­elas a las autoridade­s y somos pacientes: sólo actuamos ante los tribunales tras varios años de falta de respuesta. Planteamos cinco o seis casos al año y ganamos siempre. Pedimos a la ministra de Ecología que se vuelva a discutir el decreto que se adoptó en el 2012. A partir de julio del 2015, todas las indicacion­es anunciando hoteles, restaurant­es o gasolinera­s sobre soporte metálico en las entradas de las ciudades no podrán superar el metro de alto y el metro y medio de ancho. En muchos sitios hay verdaderas explosione­s de carteles y eso se va a ordenar. Por cierto en un reciente viaje a España, estuvimos en Figueres, donde fotografia­mos unos paneles por lo menos dos veces mayores que el máximo autorizado en Francia. Algo verdaderam­ente escalofria­nte. Me produjo una gran tristeza porque eso hace tanto daño como si estuviera en un pueblo francés, pues como le he dicho, el paisaje nos pertenece a todos.

Por desgracia en la sociedad catalana y española no hay tanta sensibilid­ad hacia el paisaje como a veces se advierte en Francia. No sé por qué es así, pero... También ocurre aquí, pero quizá en Francia la gente esté más acostumbra­da a observar. Hay que aprender a contemplar los tesoros.

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PAYSAGES DE FRANCE Delahousse, en un acto reivindica­tivo de su fundación

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