Bendita fortuna
Un bar de El Vendrell reparte 1,6 millones entre la clientela del barrio, humilde y azotado por el paro
Los acordes nerviosos de guitarra y la intermitencia de unas cuantas palmas se convirtieron ayer en la improvisada banda sonora del bar Gil, responsable de repartir 1,6 millones de euros entre su clientela, la mayoría vecinos del Tancat, una barriada popular de El Vendrell (Baix Penedès). La fortuna, en forma de décimos premiados con 6.000 euros, servirá para afrontar la Navidad con un poco más de alegría en una zona especialmente castigada por el desempleo. La crisis en uno de los municipios con la tasa de paro más alta de Catalunya se está haciendo especialmente larga. “Hay muchos parados entre los afortunados, mucha gente necesitada, que no tenía nada”, dijo Mari Carmen Gil, al frente del establecimiento, también agraciada junto a su hermana.
Muchos de los clientes afor- tunados acudieron al bar e improvisaron la fiesta con una mezcla de cava, por lo excepcional de la ocasión, y de cerveza, bebida de cabecera. “Bravo, bravo”, coreaba la parroquia mientras otros premiados atendían a los periodistas.
Entre los afortunados, familias con todos sus miembros pa- rados y también unos cuantos vecinos sin décimo pero con ganas de pasar un buen rato. “En casa estamos los tres en el paro, mi marido, mi hijo y yo”, explicó Dolores Mata.
La dueña del bar confesó que a punto estuvo de rechazar por feo el número (32306) que le ofreció la administración de lotería número 2 de de Sitges. “No me gustó”, recordó. Afortunadamente al final no lo hizo y empezó a repartir entre la clientela “entre 270 y 280 décimos” de este quinto premio.
Nunca antes el bar Gil, abierto 29 años atrás y convertido en toda una institución en el barrio, había comprado lotería en Sitges. Tampoco había tocado más que la pedrea. Una amistad común ha acabado por llevar la suerte del Garraf al Baix Penedès; el maná se repartió mucho entre miembros de unas cuantas familias. “Ya nos ha arreglado la Navidad”, explicó José Manuel Pulgar, uno de los agraciados mientras intentaba, sin suerte, hablar con su hermano, ayer en Madrid, para compartir la alegría; su madre regaló un décimo a cada hermano.
Entre la fiesta, el guitarreo, las palmas y las birras, con algún cliente ya en la frontera de la excitación y la embriaguez, hubo quien incluso atinó para echar manó de la calculadora. “Montoro se quedará 1.200 euros de cada décimo”, lamentaron tras echar las cuentas.
Entre los agraciados, familias con todos sus miembros sin empleo y con recursos escasos