Barcelona vista por sus ejecutivos en el mundo
¿Tiene vocación internacional la ciudad? Sí, pero con algunas carencias según los ejecutivos de Barcelona Global
“En ocasiones da la sensación de que en Barcelona a la gente le cuesta aceptar que su vecino sea de cualquier parte”. Xavier Frigola, miembro del consejo internacional de Barcelona Global, pasa estos días de Navidad en casa de sus padres, pero hace ya años que vive en Rochester, en el estado de Minnesota, en Estados Unidos, donde dirige un programa de lo que aquí llamaríamos promoción económica local.
Frigola, que llegó a Estados Unidos como investigador, fue elegido entre un grupo de más de una veintena de norteamericanos para dirigir un programa público concertado con el sector privado que impulsa nuevos proyectos empresariales. “Nadie tuvo un problema –explica Frigola– porque entre todos los aspirantes locales al final eligieran a un extranjero. Para nosotros [en Rochester] es absolutamente normal”. Frigola explica que la clínica Mayo de Rochester da empleo a unas treinta mil personas en la ciudad, donde “todo el mundo acepta que su médico sea, pongamos por caso, húngaro si es el mejor en su especialidad”.
¿Ocurre lo mismo en Barcelona? Da la impresión de que no. De hecho, si uno repasa por ejemplo la lista de los cerca de 250 cargos de libre designación de la administración municipal comprue- ba que la inmensa mayoría son barceloneses o catalanes y pocos, muy pocos, son extranjeros a pesar de que la población no nacida en Catalunya residente en la ciudad supone actualmente el 16,7% (datos de enero del 2014), un porcentaje que, con algunas oscilaciones, se mantiene desde hace años.
Contra la percepción que a menudo se ha creado de la población extranjera, la primera comunidad residente en Barcelona procede de la Europa comunitaria. En el último año disponible, 2013, italianos, franceses y británicos han sido algunos de los grupos de nacionalidades que más han aumentado su presencia en
JAUME V. AROCA
la capital catalana. Los italianos seguidos de pakistaníes y chinos son las comunidades con mayor presencia en la ciudad, pero ninguna de ellas disfruta de una representación proporcional en la dirección de las instituciones públicas y privadas de la ciudad.
Barcelona Global, el lobby empresarial, volvió a reunir ayer a su consejo internacional en su almuerzo de Navidad. Se trata de un grupo integrado actualmente por cerca de sesenta barceloneses residentes en el extranjero. La mayoría de ellos son altos ejecutivos de empresas que llevan años trabajando en otras ciuda- des del planeta. Casi la mitad residen en Estados Unidos y el resto, salvo un todavía minoritario 2% que vive en Asia, en países europeos. Entre ellos hay dirigentes de grandes compañías globales.
El consejo, que preside Luis Conde, fue creado hace dos años y es una de las estrategias que ha impulsado Barcelona Global para tratar de alentar la internacionalización de una sociedad, la barcelonesa, a la que le cuesta aceptar su diversidad.
Dos veces al año, Barcelona Global realiza un sondeo entre estos ejecutivos para tomar el pulso a la proyección exterior de la capital catalana. “Su perspectiva es interesante porque conocen bien Barcelona, pero su experiencia en otras ciudades les permite contrastar y ver qué hacemos bien y en qué fallamos” explica Mateu Hernández, el director de Barcelona Global.
Una idea subyace en la entrega de esta encuesta divulgada ayer en el marco del encuentro del consejo: Barcelona es una ciudad con un alto conocimiento global. Dentro del ranking de las ciudades secundarias –no capitales– probablemente se encuentre entre las mejor situadas a nivel mundial. Sin embargo, esta proyección exitosa de la que a menudo se jacta Xavier Trias, está ahora muy escorada hacia el turismo que acapara la imagen de la ciudad a nivel internacional.
Los cerca de cincuenta expa- triados que han respondido en esta muestra de la encuesta ponen una nota de 4,7 sobre 5 al interés que despierta Barcelona en sus círculos. Sin embargo, cuando se les pregunta si esa marca resulta atractiva para estimular los negocios, su perspectiva ya no resulta tan halagüeña y la puntuación baja a 3,4. Algo parecido ocurre con su visión sobre la capacidad de Barcelona para buscar talento internacional –esa es
Entre Asia y América, la posición geográfica de Barcelona es un valor añadido Hay quien se pregunta cómo una ‘smart city’ puede prohibir Uber
la gran batalla que libran hoy muchas grandes ciudades– que recibe un 3,8 sobre 5. Sólo en el ámbito de la cultura Barcelona vuelve a despuntar acercándose a una visión excelente.
“En los últimos tres o cuatro años, Barcelona ha hecho un salto cuantitativo. Está en el top of the mind en muchos lugares del mundo –subraya Gustavo Martínez, presidente mundial de J. Walter Thomson, una gran com- pañía de publicidad norteamericana con más de 150 años de historia–. Sin embargo para Martínez “el éxito internacional de la ciudad está muy centrado en el turismo y las vacaciones: la comida, el clima y el precio, en este campo es una ciudad muy competitiva”. “Tal vez –añade Martínez– hace falta darle un impulso al campo profesional porque Barcelona tiene una virtud: está a medio camino de Asia y América, y es un buen lugar. Cuando organizo reuniones en Barcelona muy pocos fallan. La gente quiere venir y este interés es una oportunidad para asentar negocios”.
¿Las aprovecha Barcelona? No lo suficiente a tenor de las respuestas de los expatriados en esta encuesta de Barcelona Global. Si bien, como ya se ha señalado, la preeminencia de la marca Barcelona a nivel internacional es muy alta (4,7 sobre 5), cuando se les pregunta sobre la marca vinculada a la actividad empresarial la valoración baja drásticamente (2,51 sobre 5). Hay un dato todavía más alarmante entre estos conocedores del mundo empresarial global: para un 42% de los encuestados Barcelona no es todavía un lugar en el que recomendaría invertir a sus colegas.
En suma, la encuesta insiste en lo que hace algunas semanas apuntaba un informe presentado
La limitación de horarios comerciales no es razonable para muchos expatriados La oferta de servicios no se corresponde con la fiscalidad de Barcelona
en Esade: el éxito de Barcelona es muy emocional pero menos racional. “Tenemos una muy buena base, Barcelona es una ciudad excepcional, única en muchos aspectos, pero no es suficiente. Hay algunas cosas que corregir”, advierte Ramon Ros, un barcelonés que vive en Shanghai donde es uno de los vicepresidentes para Asia de la marca Louis Vuitton. Ros no parece especialmente preocupado por el hecho de que Barcelona sea hoy un referente eminentemente turístico. “Es lo que tenemos por lo tanto hay que utilizar este potencial”.
En este sentido, lamenta la falta de flexibilidad que a menudo acusa Barcelona. “Tal vez –reflexiona– el hecho de que aquí se viva bien hace que nos acomodemos”. Considera que, por ejemplo, en el caso de los horarios comerciales Barcelona está cometiendo un grave error.
Conecta con esta idea un comentario de Xavier Frigola, el ejecutivo con el que arrancaba esta crónica, cuando subrayaba la contradicción que significa pretender ser una smart city e impedir la llegada de Uber o Airbnb.
Y el sector público ¿hace lo suficiente? El sondeo de Barcelona Global ha preguntado a sus asociados internacionales qué opinan de la fiscalidad de Barcelona y la respuesta es que no es adecuada para atraer negocios y personas. Según esta muestra, los impuestos que reclama la ciudad son relativamente altos en relación a los servicios que presta.
No obstante, resulta interesante comprobar que, de hecho, su visión crítica de las cargas impositivas se refieren a la fiscalidad que no depende de la ciudad. A su juicio, el impuesto de la renta o los de sociedades son más lesivos que los impuestos locales, en los que Barcelona sí puede tener su propia política.