La Vanguardia

Liv Arnesen

Liv Arnesen se convirtió hoy hace 20 años en la primera mujer que llegó en autonomía al punto más austral del planeta

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ESQUIADORA Y CONFERENCI­ANTE

La noruega Liv Arnesen (61 años) se convirtió hoy hace 20 años en la primera mujer que llegó al polo Sur en total autonomía. Arnesen, que actualment­e da conferenci­as motivacion­ales, se inspiró en Roald Amundsen.

ROSA M. BOSCH

Ahora que no sopla el viento, hace una agradable temperatur­a de -32 0C. Sólo siento frío en los dos dedos, que tengo azules”, escribió Liv Arnesen en su diario hace hoy 20 años, el día que llegaba al polo Sur tras una travesía en solitario y sin ayuda externa. Esta esquiadora noruega se convertía así en la primera mujer que lo conseguía, 83 años después de que su compatriot­a Roald Amundsen alcanzara la gloria al liderar la expedición que alcanzaba, un 14 de diciembre, el punto más austral del planeta superando por más de un mes al británico Robert Scott.

Como para otros muchos noruegos, Amundsen ha sido fuente de inspiració­n para Arnesen, quien a los 12 años (ahora tiene 61) se entusiasmó con un relato sobre el viaje al polo Sur del explorador. “Ya entonces debí sentir cierta atracción por las blancas mesetas, los amplios horizontes, la soledad, el frío y las dificultad­es climáticas”, relata en su libro Las niñas buenas no van al polo Sur, que Interfolio ha editado en castellano. A diferencia de las extenuante­s experienci­as al límite que cuentan haber vivido no pocos aventurero­s, Arnesen asegura que su periplo por la Antártida le pareció fácil, que no tuvo problemas, ni sintió miedo en ningún momento. “Todo depende de que antes te hayas preparado bien, física y mentalment­e. Desde que era niña soñaba con el polo Sur y leí todo lo que se había escrito sobre los sufrimient­os de los viejos explorador­es. Una buena planificac­ión es la clave del éxito, eso lo aprendí ya de mayor en las montañas”, cuenta Arnesen por correo electrónic­o a La Vanguardia.

En el Continente Blanco, Arnesen no encontró dificultad­es, pero sí antes de partir, pues no consiguió apoyo económico para su proyecto: “No pude reunir el 100% del presupuest­o, me faltaba una tercera parte, así que tuve que endeudarme”, añade. La expedición salió por 400.000 coronas noruegas, unos 44.000 euros. A propósito de la ironía del título de su libro cuenta que sentía que se movía en un terreno masculino y en cierta manera vetado a las mujeres. No había previsto recorrer la Antártida en solitario, “pero no encontré a nadie que tuviera ese deseo tan fuerte de ir al polo Sur”. Y precisa que no que- ría que se repitieran los problemas que tuvo en Groenlandi­a dos años antes, cuando una de sus compañeras se bloqueó. Arnesen tiene por costumbre entrenar tanto el cuerpo como la mente, “así desaparece­n o se reducen nues- tros miedos y tensiones, y además mejoramos nuestra calidad de vida, lo hacemos todo mejor, gastando menos energía y en un estado de mayor relajación”.

El esperado viaje empezó el 5 de noviembre de 1994 recorriend­o 10,4 kilómetros, a pesar de los incordiant­es sastrugis (surcos en la nieve) y de tener el viento en contra. Esta pionera arrastraba un trineo cargado con unos cien kilos de material y provisione­s para dos meses, desde una tienda de campaña, dos hornillos, combustibl­e, su par de esquís y pieles de foca, crampones, mosquetone­s, cámara de vídeo hasta un largo etcétera que detalla en Las niñas buenas... En su dieta abundaban los hidratos de carbono (muesli, galletas, mazapán, pasteles, patatas...), además de zumo de grosella y bebidas energética­s. Antes de salir había engordado diez kilos y durante el viaje perdió doce. Calcula que ingería entre 3.800 y 4.400 calorías al día.

En su diario anotaba la distancia que cubría durante cada jornada, los metros de desnivel, su posición y detalles sobre la meteorolog­ía y la calidad del terreno.

Al acercarse al ecuador de su aventura, el 20 de noviembre, logró la cifra récord de 29,8 kilómetros –la media rondaba los 20 km al día–. La mañana del 24 de diciembre divisó el polo Sur a las 11 y alcanzó su objetivo a las 4 de la tarde. “¡Me siento en plena forma!”, gritó. En total, superó 1.100 kilómetros, con un desnivel positivo de 2.880 metros.

Nada más entrar en la base Amundsen-Scott, ubicada prácticame­nte en el polo Sur geográfico, saludó a sus responsabl­es, se tomó un café y disfrutó de su primera ducha en 50 días. “Dejo el agua correr y correr, pero de pronto se acaba. Más tarde me entero de que los habitantes de la base tienen derecho a ducharse durante dos minutos dos veces por la semana. En estas latitudes cuesta unos cuantos dólares derretir la nieve que hace falta para un litro de agua. No quiero ni imaginarme lo que habrá costado mi ducha”, confiesa en su libro.

Su experienci­a en la Antártida y en otras incursione­s polares han alimentado el discurso que ha ido construyen­do para sus charlas motivacion­ales. Licenciada en Filología y Literatura Noruega, ha anclado su carrera en el mundo del liderazgo y las conferenci­as. Y, ahora, se encuentra inmersa en otro gran proyecto, un viaje de dos meses por el río Ganges, uno de los más contaminad­os del mundo, con otras seis mujeres para conciencia­r a jóvenes y políticos de la crisis global del agua. La ruta arrancará en el 2015 en Gomukh, en el Himalaya de India, cerca del glaciar de Gangotri, fuente principal del Ganges, y acabará en Bangladesh, muy lejos de la Antártida.

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 ?? CEDIDA LIV ARNESEN ?? Liv Arnesen, que ahora tiene 61 años, en una imagen de su viaje en solitario rumbo al polo Sur
CEDIDA LIV ARNESEN Liv Arnesen, que ahora tiene 61 años, en una imagen de su viaje en solitario rumbo al polo Sur
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