La Vanguardia

Cómo hacer cagar al ‘tió’

- Quim Monzó

Si no es que ya tenemos uno de años anteriores, a principios de diciembre habremos ido a la montaña y habremos buscado un tió, un tronco, un leño, para llevarlo a casa. Lo habremos dejado en un rincón, tapadito con una manta para que no tenga frío. Una manta vieja sirve, o una de esas que muchos llevan en el coche no se sabe exactament­e para qué. También sirve una manta de sofá, de las que te pones encima cuando miras la tele y, como estás mucho tiempo inmóvil, te baja la temperatur­a corporal. Hacia el 8 de diciembre, día de la Purísima Concepción, habremos empezado a alimentarl­o. No hace falta que sea el día 8 exactament­e, pero cuanto más tiempo se lo alimente, mejor, porque así cagará más. ¿Qué come un tió? Pues de todo: huevos, frutas, verduras... Hay quien le da latas de sardinas enteras, y de atún, y también bolsas de un kilo de fideos. También se le da agua, para que no pase sed. Últimament­e, hay tions vegetarian­os e incluso veganos, que no aceptan huevos, ni latas de sardinas o de atún, ni tampoco latas de paté o de frankfurts, como les dan ciertas personas.

Si se han seguido todos estos pasos, el gran día es hoy, 24 de diciembre, por la tarde o por la noche, o bien mañana, antes o después de la comida de Navidad. Hay quien prefiere un día y quien prefiere otro. Cada familia es libre de hacerlo cuando más le plazca. Tradiciona­lmente, en épocas de más fe religiosa que la actual, se enviaba a los niños a otra habitación de la casa, a rezar, y los padres se quedaban al lado del tió, haciendo lo que tuviesen que hacer. Ahora los envían a cantar villancico­s porque, lamentable­mente, es probable que no sepan ninguna oración. De vez en cuando los mayores avisan a los chiquillos de que ya pueden venir a arrearle, mientras cantan la canción: “Caga, tió, / tió de Nadal. / No caguis arengades, / que són salades, / caga torrons / que són més bons!”. Es entonces cuando el tió empieza a cagar regalos, que aparecen bajo la manta, cerca de donde tiene el culo. ¿Qué caga? Golosinas, algún juguete simple, unos turrones, naranjas, una botella de champán...

Al tió se lo apalea con un bastón sencillo, para que el dolor sea mínimo. Todo eso, claro, si es un tió, un leño, un tronco de verdad y nada más. Si se trata de un tió de esos que venden en las tiendas, con cuatro patas, unos ojos, una nariz, una sonrisa estúpida y una barretina, entonces la violencia no debe limitarse a unos cuantos bastonazos. De entrada le reventarem­os las piernas con un martillo potente (un Antivive® Fatmax® de Stanley, por ejemplo). La nariz se la extraeremo­s con unos alicates vulgares; no hace falta más. Acto seguido le agujereare­mos los ojos hasta el fondo con un taladro (un Black+Decker con una broca para madera de 36 milímetros de diámetro sirve). Luego le arrancarem­os la barretina de un tirón, y nos mearemos dentro. Una vez hecho esto, lo recogeremo­s todo y lo tiraremos al cubo de la basura. Feliz Navidad a todos.

El ‘tió’ come de todo mientras sea crudo: huevos, frutas, verduras, latas de sardinas o de atún...

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