El otro instinto animal
Lemba, una chimpancé paralítica de Congo, se ha convertido en la cuidadora de tres cachorros huérfanos en una reserva natural
Sólo el 0,6%. Ése es el porcentaje genético que separa a los humanos de los chimpancés. Esta similitud se nota, no únicamente en las capacidades cognitivas o de raciocinio, sino también en sus aptitudes emocionales y afectivas. El llamado instinto animal, a veces, deja paso a una empatía y un sentimiento protector que pasa por delante del propio bienestar. Éste es el caso de Lemba, una chimpancé paralítica que reside en el centro de rehabilitación Jane Goodall, en Congo. A pesar de su minusvalía se ha convertido en cuidadora y figura materna de tres cachorros huérfanos recientemente llegados al centro.
Lemba tiene una historia triste a sus espaldas que ha despertado el asombro de los cuidadores por las capacidades de superación que ha mostrado. La chimpancé sufrió de poliomelitis, motivo por el cual quedó tetrapléjica, pero burlando todas las expectativas, consiguió recuperar la movilidad en los brazos y ahora se ha convertido en un apoyo moral indispensable para aquellas crías que, como ella, se encuentran en el centro. Muchos de los que llegan al centro Jane Goodall presentan, no sólo enfermedades o heridas físicas, sino “traumas psicológicos”, tal como diagnosticó a Lemba a su llegada en el 2009 la directora y veterinaria del centro, la gallega Rebeca Atencia.
Ahora la chimpancé se ha convertido en la “hermana mayor de muchos miembros”, explican desde el centro. El ambiente en Tchimpounga (reserva en la que se encuentra el Jane Goodall) ha cambiado gracias a su capacidad de sacrificio, empatía y superación; la chimpancé ha aprendido a moverse rodando sobre sí misma o impulsándose con los brazos. Pero esto, lejos de ser un impedimento, se ha convertido en una “moda y un juego para sus hermanos adoptivos, que también se desplazan así, imitándola”, describe el centro.
Ella es una de los 160 chimpancés que han sido decomisados a los cazadores furtivos, que amenazan seriamente a la fauna de los países de la zona. Llegó al centro con apenas dos años y, debido a su débil estado físico, las vacunas no pudieron evitar que se contagiara de la epidemia de poliomelitis que sacudió los alrededores en el 2010. Un tratamiento de rehabilitación muscular, juntamente con la predisposición de Lemba, consiguieron que recuperara parcialmente la movilidad. Después de este avance, el centro instaló un circuito de cuerdas para que pudiera moverse libremente y se socializara con normalidad. Y lo logró.
A pesar de este logro, Lemba sabe que no podrá cumplir el objetivo último del centro Jane Goodall: volver a la vida libre en la selva. Pero eso no impide que esta chimpancé anteponga a sus hermanos y lo dé todo por su recuperación. Y es que ejerció un “papel fundamental en la mejoría de Wounda”, otra chimpancé, reconocen desde el Jane Goodall. La pequeña fue liberada hará cosa de un año después de llegar muy debilitada al centro. Tal como afirman sus cuidadores, se ha adaptado “perfectamente” a su nueva vida en libertad.
Pero, a pesar de este rayo de
La mona ha sorprendido por su capacidad de superación y por su entrega al prójimo Se capturan miles de chimpancés cada año para el tráfico ilegal, y sólo quedan 300.000 en libertad
esperanza, la situación de los chimpancés es crítica. Según datos del centro, quedan menos de 300.000 chimpancés salvajes. Cada año se cazan miles de ellos para consumo y tráfico ilegal. Por ello, el Instituto Jane Godall ha iniciado la campaña Ponte en su lugar, para “sensibilizar al ciudadano sobre la situación de los simios traficados”.
Y es que, a veces, el instinto animal se demuestra más humano de lo que podría parecer.