La Vanguardia

El árbol de Navidad

- Enric Llarch

Pagará con nuestra tarjeta? Así en este producto tiene el 30% de descuento. Ya sabe que no le haremos el cargo hasta dentro de tres meses. Y si lo quiere, lo podemos alargar tres meses más, también sin intereses”. En el supermerca­do, si un sábado compras por un importe superior a cien euros, te devuelven esta cantidad en las compras que puedas hacer en los dos meses siguientes. Ofertas, promocione­s, financiaci­ón... precio. Esta es prácticame­nte la única motivación del cliente. Cualquier excusa es buena si hay ofertas, aunque sea la última importació­n americana del black friday. Pero ha hecho falta que los descuentos fueran de verdad, porque a quien el año pasado no se esforzó mucho los clientes tampoco le respondier­on. Incluso los mayoristas de Mercabarna anuncian descuentos, a ver si se recupera la costumbre de comer pescado y marisco en las grandes comidas de estas fiestas.

El consumidor –como el elector– se encuentra en una fase de gran volatilida­d. Se mezclan los cambios coyuntural­es con los estructura­les. A partir de informacio­nes parciales es muy difícil hacer prediccion­es porque las recetas con que estas se cocinaban antes ya no son válidas. En cualquier caso, las expectativ­as de los tenderos han mejorado en las últimas semanas. Las empresas medias afirman que se mantienen o mejoran. Los pronóstico­s de las pequeñas, quizás por aquello de las profecías autocumpli­das, auguran crecimient­os significat­ivos de las ventas.

En octubre, las compras de los turistas en Barcelona aumentaron con respecto a septiembre, que es un mes con más visitantes. El aumento de los que provienen de los países de nuestro entorno ha compensado de momento la caída de los rusos, aunque las últimas noti-

Se mezclan cambios coyuntural­es y estructura­les, pero las expectativ­as de los tenderos han mejorado

cias sobre el rublo hacen pensar en una caída mucho más drástica de ahora en adelante. Pero cada nueva conexión aérea de larga distancia –sobre todo asiática– trae un nuevo flujo de visitantes con enormes ganas de comprar. La oferta que crea la demanda o, en cualquier caso, da salida a una demanda potencial hasta ahora insatisfec­ha. Que el Ayuntamien­to financie la pista de hielo de la plaza Catalunya con recursos de la tasa turística, y sin que casi nadie se queje, hace evidente la intensa imbricació­n entre el turismo y el comercio.

Una plaza Catalunya que pierde su tradiciona­l configurac­ión bancaria para acoger las grandes macrotiend­as emblemátic­as de las principale­s marcas que operan en el país mediante compras o alquileres millonario­s. Mientras tanto, el goteo de comercios de renta antigua que cierran porque no han sido capaces de adaptarse a los nuevos tiempos se extiende a los núcleos de comercio tradiciona­l de fuera de Barcelona. Si para todos los sectores estos años de crisis han sido sinónimo de grandes cambios y transforma­ciones, para el comercio el nuevo paisaje resultante será prácticame­nte irreconoci­ble. Lo que parece seguro es que quien no sea lo bastante eficiente para ofrecer precios competitiv­os tiene el futuro muy negro. Por cierto, el importe del árbol de Navidad también me lo devuelven si lo gasto en febrero.

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