Despliegue de seguridad en Francia
Valls saca 300 militares más a la calle para “tranquilizar a los franceses”
El Gobierno francés ha desplegado soldados y agentes policiales en lugares públicos, como el parque de Niza que aparece en la imagen, para tranquilizar a la ciudadanía tras los tres ataques que han dejado 25 heridos y un muerto. En dos de ellos los agresores lanzaron gritos de “Alá es el más grande”, aunque las autoridades señalan que sólo uno de ellos está vinculado a la violencia yihadista.
El Gobierno francés anunció ayer el despliegue de hasta 300 soldados adicionales en lugares públicos durante las fiestas de Navidad para garantizar la seguridad y tranquilizar a los ciudadanos después de tres ataques sangrientos en tres días, dos de ellos al grito de “Alá es el más grande”. Las autoridades insisten en que no están vinculados entre sí y sólo el primero está ligado al terrorismo islamista, mientras que los otros son obra de “desequilibrados mentales”.
El presidente, François Hollande, llamó ayer una vez más a “no sucumbir al pánico” y a demostrar una “gran sangre fría”. La cadena de ataques ha dejado 25 heridos y un muerto (además de un agresor abatido por la poli- cía) y ha arrojado una sombra de “miedo sobre la Navidad”, como titulaba el diario Le Parisien.
“Queremos proteger y tranquilizar a los franceses y decirles que todos los servicios del Estado están movilizados”, declaró el primer ministro, Manuel Valls, tras reunirse de urgencia con los titulares de Justicia, Defensa, Interior y Asuntos Sociales, así como jefes de la Policía Nacional y la Gendarmería.
Valls, que pidió “no ofrecer la victoria del miedo a quienes quieren quebrantar la democracia”, anunció el despliegue de 300 militares que se añadirán a los 780 ya movilizados en el dispositivo de seguridad antiterrorista. Las patrullas serán reforzadas en zonas comerciales, centros urbanos, estaciones y transportes.
Valls pidió no hacer “amalgamas” y consideró que la sucesión de ataques podría explicarse por reacciones “miméticas”. También Hollande negó que exista un patrón común detrás de los ataques, pero admitió que existe “una concomitancia que justifica una gran vigilancia”.
La secuencia es la siguiente: El sábado, un joven entra gritando “Alahu akbar” en una comisaría de Joué-Lès-Tours y apuñala a tres policías, antes de caer abatido. El domingo, un hombre al volante de un coche siembra el pánico en Dijon al atropellar a 13 peatones, también invocando a Alá. Y el lunes por la noche, un hombre mata a un joven de 25 años y hiere a otras 10 personas atropellándolas con una furgone- ta en una feria de Navidad en Nantes. Se apuñaló a sí mismo varias veces después del ataque y permanece hospitalizado.
Según las primeras informaciones, el agresor de Nantes tiene 37 años y sufre problemas de alcoholismo que requieren tratamiento psicológico. Las autoridades han asegurado que no se han hallado objetos o documentos en su casa que indiquen un motivo político o religioso.
Oficialmente sólo se consideran un acto terrorista el ataque a la comisaría, perpetrado por un converso al islam admirador del grupo yihadista Estado Islámico. El agresor de Dijon es un “desequilibrado mental”, según la fiscal, un hombre de origen magrebí con un largo historial psiquiátrico (había estado 157 veces internado). Se descarta el móvil terrorista, pese a que declaró haber actuado conmovido por el dolor de los niños palestinos y chechenos.
Desde la extrema derecha, y la derecha a secas, se ataca al Gobierno, acusándole de “minimizar” los hechos y debilidad ante el islamismo radical, según el Frente Nacional. En un editorial, el diario conservador Le Figaro denuncia que Francia está a merced de “los locos de Alá”.
También en Le Monde el ilustrador Plantu se mofa del empeño de las autoridades por reducir lo ocurrido al acto de unos pocos enajenados. Su caricatura muestra una sala de urgencias atestada de hombres con camizas de fuerza que gritan “Alahu akbar”. “Esta Navidad será dura...”, se quejan los médicos.