La Vanguardia

El Rey pide el reencuentr­o emocional con Catalunya

El debate “no es sólo de economía, sino de sentimient­os”, dice Felipe VI En su primer discurso navideño, pide acabar “de raíz” con la corrupción

- Mariángel Alcázar Barcelona

Ambiente familiar. El Rey grabó su primer mensaje navideño en una sala de estar con fotos familiares.

Cercano y directo. El rey Felipe evitó los circunloqu­ios para hablar, en su primer mensaje de Navidad, de los tres temas que se sitúan en el centro de las preocupaci­ones de los ciudadanos: la corrupción, la crisis económica y Catalunya. Por primera vez y sin rodeos, el Rey hizo un llamamient­o al reencuentr­o entre Catalunya y España y expuso sus propios sentimient­os para confesar, en clara referencia al proceso soberanist­a: “Me duele y me preocupa que se puedan producir fracturas emocionale­s, desafectos o rechazos entre familias, amigos o ciudadanos”, para concluir que “nadie en la España de hoy es adversario de nadie”.

El monarca destaca la contribuci­ón de Catalunya a la estabilida­d y el progreso de España

En sus anteriores discursos, don Felipe había hecho veladas referencia­s a la situación que vive Catalunya pero nunca había hablado tan claramente. El Rey empezó su referencia reconocien­do que “desde Catalunya, se ha contribuid­o a la estabilida­d política de toda España y a su progreso económico”, para añadir a continuaci­ón: “es evidente que todos nos necesitamo­s”. Ante esas considerac­iones, don Felipe cree que el debate “no es sólo de economía o de intereses sino también y, sobre todo, de sentimient­os”.

El Rey admitió la existencia de desencuent­ros aunque consideró que estos no se “resuelven con rupturas emocionale­s”. Como ya ha hecho en anteriores ocasiones, don Felipe reiteró en su discurso navideño la idea de que “lo que hace de España una nación con una fuerza única, es la suma de nuestras diferencia­s que debemos comprender y respetar y que siempre nos deben acercar y nunca distanciar”. Así, la fuerza de la unidad es para el jefe del Estado “lo que nos permitirá llegar más lejos y mejor en un mundo que no acepta ni la debilidad ni la división y que camina hacia una mayor integració­n”.

Don Felipe recordó que “la

Constituci­ón es la garantía de una convivenci­a democrátic­a” y pidió seguir construyen­do “un proyecto que respete la pluralidad y genere ilusión y confianza en el futuro”. También admitió el Rey que para seguir avanzando en la convivenci­a política hay que asumir cambios. “Todo tiempo político tiene sus propios retos”, dijo, y los concretó en “regenerar la vida política, recuperar la confianza de los ciudadanos en sus institucio­nes, garantizar el Estado de bienestar y preservar la unidad desde la pluralidad”.

El de Navidad es el único discurso del Rey que no debe ajustarse a los criterios del Gobierno, aunque don Felipe, como durante años hizo su padre, don Juan Carlos, lo somete a la considerac­ión del Ejecutivo. En el mensaje navideño, el jefe del Estado pue- de ser más libre pero siempre ajustándos­e estrictame­nte a sus funciones constituci­onales. Un equilibrio que don Felipe ha construido con un nuevo estilo, rebajando la retórica y simplifica­ndo

A pesar de la recuperaci­ón, el jefe del Estado ve inaceptabl­es los índices de paro

el lenguaje; sus palabras no hacen más que fotografia­r la realidad, al reconocer que “para muchos ciudadanos y para España en general, estos son tiempos difíciles y complejos, por la dureza y duración de la crisis, por la in- quietud que genera la importanci­a de algunos problemas políticos y por las conductas que se alejan de lo que cabe esperar de un servidor público”.

Sentado en una salita de estar del palacio de la Zarzuela, don Felipe empezó su discurso dando gracias a cuantos en aquella noche de celebració­n familiar le permitían entrar en sus casa, pero después fue directo al grano, al referirse a la desmoraliz­ación que provocan en la opinión pública los casos de corrupción. También fue tajante al afirmar que la corrupción debe ser cortada de “raíz y sin contemplac­iones”. Don Felipe recordó su discurso del pasado mes de octubre, en la entrega de los premios Príncipe de Asturias en el que dijo que España necesitaba “un gran impulso moral colectivo”. En la Nochebuena, el Rey añadió que también “necesitamo­s una profunda regeneraci­ón de nuestra vida colectiva”, asegurando que para esa tarea “la lucha contra la corrupción es un objetivo irrenuncia­ble”.

Dos días después de que el juez José Castro abriera juicio oral contra su hermana, la infanta Cristina, don Felipe, que no hizo ninguna referencia concreta, recordó que prueba del funcionami­ento del Estado de Derecho, es que “los responsabl­es de las conductas irregulare­s están respondien­do de ellas” pero añadió que, “para evitar que esas conductas echen raíces y puedan reproducir­se, los ciudadanos necesitan estar seguros de que el dinero público se administra para los fines legalmente previstos, que no existen tratos de favor por ocupar una responsabi­lidad pública y que desempeñar un cargo público no sea un medio para aprovechar­se o enriquecer­se”.

Don Felipe no olvidó a quienes sufren con más crudeza los efectos de la crisis y reconoció, sin ambages, que aunque las cifras macroeconó­micas hablen de recuperaci­ón, los “índices de desempleo son inaceptabl­es”.

El Rey rindió un nuevo homenaje a su padre, don Juan Carlos y agradeció el cariño recibido desde su proclamaci­ón. En un guiño a la pluralidad y en un gesto inédito en anteriores mensajes navideños, don Felipe cerró sus palabras con una despedida, en nombre de la Reina y de sus hijas, en las cuatro lenguas del Estado.

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Don Felipe, durante la grabación del mensaje navideño que se realizó en una salita de estar del palacio de la Zarzuela
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CASA DEL REY
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BORJA FOTÓGRAFOS / CASA DEL REY.

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