Forn de la Fonda, un origen curioso
En 1945 todavía presentaba este aspecto: un callejón que principia en la calle Giralt el Pellicer y que luego de cruzar Tarrós no tenía salida. Los derribos llevados a cabo para crear el esponjamiento de la plaza Sant Cugat del Rec propiciaron la comunicación con la calle Fonollar.
El nombre Forn de la Fonda parece sugerir con claridad el origen de tal denominación, puesto que se conoce una buena relación de calles bautizadas en sentido más o menos parecido.
Verbigracia Forn Cremat, Forn d’En Dufort, Forn dels Archs, Forn dels Cotoners, Forn d’En Palama, Forn d’En Viladalls, Forn de Manresa, Forn de Valldonzella, Forn del Vidre, Forn dels Ollers, Forn Judaic.
No resulta necesario ponderar la relevancia que desde antiguo llegó a cobrar el horno.
Así las cosas, el nombre de esta calle sugiere una fonda que disponía de horno, tal como sustenta algún cronista. Jesús Portavella, en su estudio destinado a dar información que sustente la versión oficial del nomenclátor, informa que en 1579 esta calle ostentaba el nombre de Fonda, a causa de un establecimiento de este género que allí estaba asentado. Y precisa que después se produjo un cambio de denominación que ha pervivido hasta nuestros días, la que concedía primacía al horno de la mencionada fonda.
Algunos cronistas, en cambio, apuntan a la relación entre la palabra fonda y alfòndec. Era razonable: sabemos que aquí mismo había uno muy antiguo e importante.
En el siglo XI quizá ya había algún alfòndec en Barcelona, pues en la centuria siguiente comienza a estar documentado este servicio, que fue un precedente del hostal. Consistía en un depósito para dejar mercancías y pertenencias de viajeros, privilegio y ventajas concedidas a personas para otorgarles facilidades de signo comercial. Su origen nació como concesión regia. Existía en algunos puertos mediterráneos. Puede ser tenido como el precedente de lo que mucho después se convirtió en el puerto franco.
Era frecuente que el viajero permaneciera allí hasta que hubiera vendido su mercancía. De ahí, a buen seguro, que algún alfòndec dispusiera de horno. Esta práctica fue la que favoreció la transformación en hostal.
El sabio lingüista Joan Corominas sentencia que la palabra alfòndec procede del árabe hispano. Y para contar cómo eran en el Levante mediterráneo, aporta la descripción del historiador Nicolau d’Olwer: grandes edificios portuarios en los que las colonias francas depositaban sus mercancías y en los que los mercaderes disponían de alojamiento; puesto que en Egipto era prohibido a los cristianos tener propiedades, los alfòndecs les eran cedidos en uso precario por el gobierno.
Tiene que ver con ‘alfòndec’, concesión medieval ligada al comercio