El año de los eternos
Puyol, Abidal, Henry, Rivaldo, Giggs o Zanetti han colgado las botas en el 2014
Hubiéramos deseado admirar eternamente el ímpetu de Carles Puyol, la elegancia letal de Thierry Henry, la magia de Rivaldo, el compromiso de Abidal, la persistencia de Ryan Giggs, la fabulosa longevidad de Javier Zanetti o la poderosa organización de Verón, pero el fútbol tiene fecha de caducidad y ningún mito está al margen de sus leyes. Ni Heinze, ni Marchena, ni Gallas, ni Seedorf... Futbolistas de extensa y triunfal trayectoria que han colgado las botas en el 2014 porque el tiempo les ha dicho que hasta aquí hemos llegado. Quedan en el recuerdo los tiempos en los que levantaban a las multitudes, las derrotas, los goles, las lesiones... Queda, para siempre, su historia.
“Ha sido un viaje increíble”, definió la semana pasada Henry al poner punto y final, a los 37 años, a una lujosa carrera de dos décadas que arrancó en el Mónaco de Arsène Wenger en 1994 y ha concluido en el New York Red Bulls. Por el camino, más de una veintena de títulos y una temporada perfecta, marcada por sus dos goles en el 2-6 del Bernabeu del 2009, prólogo del Iniestazo en Stamford Bridge. “Hicimos historia, este Barça se recordará siempre en la historia de este deporte”, recordó en su adiós. El Barça que le arrebató una Liga de Campeones en la final de París del 2006 cuando jugaba en el Arsenal, se la devolvió tres años después en Roma contra el Manchester United. Pocos futbolistas han podido experimentar historias tan ricas como Henry.
El francés compartió éxitos con Carles Puyol. Dos futbolistas antagónicos: la delicadeza y el ímpetu. A Puyol le hubiera gustado ser como Javier Zanetti, que se retiró en mayo con 40 años y convertido en historia del Inter. O como Ryan Giggs, que también en mayo cerró la puerta del vestuario a los 40 años después de 24 temporadas en el primer equipo del Manchester United en las que disputó más de 900 partidos y celebró 162 goles. Pero el cuerpo del central, castigado por el estilo y la generosidad del personaje, puso el límite a los 36 años. Demasiadas lesiones por toda la geografía corporal y una rodilla que llevaba meses sin funcionar le hicieron tirar la toalla después de 19 años en el Barcelona. “He ganado muchos títulos, pero lo que más valoro es la parte humana de este club –dijo en mayo para despedirse–. Llegué como un niño y me marcho con una familia de la que estoy muy orgulloso”. Dice que su mejor gol fue el segundo del Barça en el 2-6 al Madrid.
En aquel partido memorable estaba Abidal, uno de los jugadores más apreciados del vestuario, y del fútbol en general desde que superó un trasplante de hígado y regresó a los terrenos de juego. El hombre que levantó la Copa de Europa en Wembley en el 2011 jugó el sábado en Atenas el último partido, con 35 años, y anunció su intención de vivir en Barcelona, donde el Barça le reserva un empleo. Antes del encuentro arengó a los compañeros: “Les he dicho que tienen que disfrutar esta fantástica profesión, jugar con entusiasmo”.
Rivaldo, que se fue del Barça en el 2002 con un Balón de Oro y con aquel increíble gol de chilena al Valencia que clasificó al club para la Champions, también ha exprimido su carrera hasta el límite. Con 41 años, en marzo dijo adiós a la pelota en un anónimo equipo brasileño. “El atleta que está entrenando duro lo hace porque quiere recibir una corona de hojas de laurel. Una corona que, por cierto, no dura mucho tiempo. Pero nosotros queremos conseguir una corona que dure para siempre”, dijo. Ellos quieren ser eternos.