Joan Colomé
Campaña de más de 100 restaurantes del Vallès para repartir fiambreras a los clientes
COCINERO DE CAL BOIG
Para evitar el masivo despilfarro de comida, Colomé participa en la campaña lanzada por el Consorcio de Residuos del Vallès e invita a los clientes a llevarse a casa en una fiambrera la comida que les ha sobrado en el plato.
DESPILFARRO EN CASA Los hogares españoles son responsables de un 42% de la pérdida de alimentos
INICIATIVA CONJUNTA El Consorcio de Residuos del Vallès Occidental entrega 14.000 fiambreras
En una época de excesos consumistas como la Navidad, aún es más evidente. La comida en buen estado se desperdicia constantemente, tanto en casa como en los restaurantes o en los comercios, lo que provoca graves consecuencias económicas, sociales y ambientales. Las cifras son elocuentes. El ministerio de Agricultura advierte que la pérdida de alimentos se eleva en España hasta los 7,7 millones de toneladas y que en todo el mundo supone un tercio de la producción mundial, según datos de la FAO. Así, España se sitúa en el sexto país que más comida desperdicia de Europa detrás de Alemania (10,3 toneladas); Holanda (9,4 toneladas); Francia (9 toneladas); Polonia (8,9 toneladas) e Italia (8,8 toneladas).
La preocupación para reducir el despilfarro de alimentos en buen estado se ha convertido en cruzada desde diferentes ámbitos -Administración, entidades y empresas- en los últimos tres años. El Gobierno anunció en 2013 su intención de reducir a la mitad la pérdida de alimentos en 2025 con la estrategia “Más alimentos, menos desperdicio”, que pretende coordinar todos los agentes de la cadena alimentaria. El hasta hace poco ministro de Agricultura, Alimenta- ción y Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete advirtió que “una sociedad civilizada, por responsabilidad, no se puede permitir” que, con gente que pasa necesidades, haya alimentos perfectamente consumibles que acaben en la basura. La mitad de lo que se tira en los países desarrollados es más que la producción total neta de alimentos del África subsahariana. En dinero, el valor de este despilfarro anual de comida roza el billón de dólares.
Hay también más gasto en tierra, agua, fertilizantes y mano de obra necesarios para el cultivo, además de las emisiones de gases de efecto invernadero, producidos por la descomposición de los alimentos en los vertederos y el transporte de los alimentos que finalmente se desechan.
La parte final de la cadena alimentaria tiene mucha culpa del desperdicio en el mundo desa- rrollado debido a prácticas ineficaces, estándares de calidad que dan excesiva importancia a la apariencia, confusión sobre las fechas en las etiquetas y consumidores que se apresuran a tirar alimentos en buen estado debido a que han comprado en exceso.
Empresas como la cervecera San Miguel impulsó en 2012 la campaña Nolotiro, en restaurantes de Madrid y Barcelona. Dos años después, casi 200 locales de toda España cuentan con cajas de cartón de la firma para que sus clientes se lleven la comida que ha sobrado a su casa, con un gesto de consciencia social.
En Catalunya, a partir de un estudio elaborado por la Universidad Autónoma de Barcelona, se conoce que se desperdician 260.000 toneladas anuales de alimento en buen estado, lo que equivale a 34,9 kilos y 112 euros perdidos por habitante y año. Para concienciar a la población de un consumo responsable, la Agencia de Residuos de Catalunya, el Área Metropolitana de
Barcelona y el Ayuntamiento de Barcelona han lanzado la campaña Som gent de profit (Somgentdeprofit.cat), en la que facilitan consejos de ahorro, recetas de aprovechamiento y cambios de hábitos a la hora de comprar, cocinar y organizar la despensa.
El mayor desperdicio tiene lugar en los hogares españoles, con un 42 por ciento, del que el 60% sería evitable; en los procesos de fabricación, un 39%; el 5 % en la distribución y el 14% en la restauración y el catering. En casa, el 86,4% se debe a los alimentos sobrantes de las comidas, por raciones excesivas; el 63,6% a productos deteriorados por su mala conservación o exceso de tiempo y el 28,5% son productos caducados. El 85,5% de los españoles consulta siempre la fecha de caducidad de los productos de alimentación, de los cuales más de la mitad (51,0%) la consultan en todos los productos.
Con ganas de buscar soluciones prácticas, el Consorcio de Residuos del Vallès Occidental, en colaboración con la Diputación de Barcelona, los Gremios de Hostelería de Sabadell y Terrassa y el colectivo Cuina Vallès, lanzó en octubre la campaña "Recooperem. Acábate el plato en casa". Hasta este diciem- bre, se han distribuido 14.000 fiambreras de material biodegradable a 120 restaurantes de la comarca para que conciencien a sus clientes de que se lleven la comida que les ha sobrado en el plato. “·La campaña ha funcionado muy bien ya que se han recuperado 2.000 kilos de alimento que, de otra manera, habrían ido al contenedor. A diferencia de los Estados Unidos, donde la cos- tumbre está muy arraigada con la doggy bag, aquí aún hay cierta vergüenza a la hora de pedir llevarnos los restos del menú a casa", subraya Joan Fresno, responsable técnico del Consorcio de Residuos del Vallès Occidental.
El cocinero Joan Colomé, dueño del restaurante Cal Boig de Sabadell, es uno de los participantes en esta iniciativa. “Es una buena idea. Nosotros se lo explicamos a los clientes porque siempre pueden aprovechar la comida para la cena, congelarla para otro día o, incluso, para elaborar una nueva receta. Además, la fiambrera se puede utilizar en el microondas. En un mes, nos la han pedido seis personas y se han ido contentas”. El chef reconoce que en su restaurante “no malgastamos la comida ya que siempre intentamos ajustarnos al pedido, pero si alguna vez sobra, hacemos raciones para el personal o nos la comemos aquí”.
El pasado miércoles tenía una mesa con seis amigos de Manresa que celebraban su comida de Navidad. Òscar, Pep, Andreu, Carles, Jordi y Mario son de buen comer y atacaron con ganas los platos de callos, jamón ibérico, croquetas, las piruletas de langostino, el revuelto de setas, los canelones, la caldereta y otras delicias que llegaron a la mesa, pero hubo un momento en que decidieron reservar un espacio para el postre. Así que uno de ellos pidió la fiambrera para llevarse a casa. “No puede ser que despilfarremos tanta comida, cuando hay gente que no tiene nada. A veces pides por la vista y te pasas. Hay que pensárselo mejor”, comentaban entre ellos.