La Vanguardia

Felipe VI, emocional; Rajoy, marmóreo

- Enric Juliana

El presidente parece estar aguardando unas elecciones catalanas espesas y sin claro vencedor

A Mariano Rajoy se le escapó ayer una expresión muy reveladora sobre sus planes. Después de recordar que hace un año pronosticó la mejora de la economía, citó a los periodista­s para dentro de doce meses. “2012 fue el año del ajuste, 2013, el de las reformas, 2014, de la recuperaci­ón, 2015, será el del despegue; cuando dentro de un año comparezca ante ustedes, lo podremos ver”, dijo el presidente.

Si se cumple el calendario de la legislatur­a, dentro de un año ya se habrán celebrado elecciones generales, se habrá constituid­o el nuevo Parlamento y probableme­nte se estará ultimando la formación del nuevo Gobierno. Si Rajoy se imagina triunfalis­ta dentro de un año en la sala de Columnas de Moncloa, sólo caben dos explicacio­nes: está absolutame­nte convencido de la victoria electoral, o pretende alargar la legislatur­a hasta las primeras semanas del 2016. ,

El Gobierno, efectivame­nte, ha pensado en la posibilida­d de añadir unas semanas más a su mandato. Poco después del verano, los abogados del Estado adscritos a la Presidenci­a recibieron el encargo de estudiar esa hipótesis, puesto que las últimas elecciones generales se celebraron el 20 de noviembre del 2011, pero Mariano Rajoy no formó gobierno hasta el 22 de diciembre. Se trataría de estirar la legislatur­a sin violentar la ley, para poder capitaliza­r la próxima campaña navideña. Un año completo de intenso masaje sobre la mejora económica.

Al parecer, tal posibilida­d existe, pero no parece una opción muy decorosa en estos momentos. De mantenerse las actuales coordenada­s, un final de legislatur­a con el partido gobernante pegado con cola a las sillas, podría ser una definitiva invitación al voto de castigo. Preguntado por un periodista atento al lapsus, Rajoy intentó arreglar el malentendi­do con su estilo habitual: cerró la puerta, sin pasar el pestillo.

Todo puede ser. Todo depende. De entrada habrá que ver qué dicen las encuestas entre febrero y marzo, momento en el que habrá que descartar, de manera definitiva, la posibilida­d de adelantar las generales y hacerlas coincidir con las municipale­s y autonómica­s del mes de mayo. Por encima de todo, Rajoy quiso enviar ayer un mensaje de tranquilid­ad a su partido y a sus electores más fieles.

Rajoy está en campaña desde el pasado 10 de noviembre, cuando la gran difusión internacio­nal de las imágenes de la consulta catalana le envió una señal de peligro: “Cuida tu flanco derecho”. “Cuida tu política de comunicaci­ón”. Al cabo de unas horas se activaban los mecanismos para la inmediata presenta- ción de una querella contra Artur Mas –se activaron con tanta rudeza, que el propio Fiscal General del Estado se sintió desautoriz­ado– y se comenzaban a tomar decisiones para una nueva estrategia de comunicaci­ón.

Rajoy está en campaña y se dirige de manera preferente al núcleo rocoso de la derecha, a la España conservado­ra de provincias, a las clases medias poco damnificad­as por la crisis, a los rentistas, a la gente mayor y a todos los pensionist­as. Movilizand­o todo ese espectro sociológic­o, en el Partido Popular creen que es posible retener la mayoría –incluso sin alcanzar el 30% de los votos– ante el previsible estropicio de Podemos en el área electoral del PSOE.

Sumar a todos los conservado­res y fomentar el conservadu­rismo. En esta estrategia, la cuestión de Catalunya juega, evidenteme­nte, un papel importante. A diferencia de lo que hizo el Rey en su discurso de Navidad, Rajoy apenas menciona la palabra Catalunya. Frialdad, distancia y un mensaje insistente: la sociedad catalana no colapsa gracias a la benevolenc­ia del Estado. A medida que pasan las semanas, su lenguaje sobre el caso de los catalanes va adquiriend­o tonos cada vez más metálicos. Al ser preguntado por la reconcilia­ción emocional que proponía Felipe VI en su mensaje, el presidente del Gobierno adoptó una expresión marmórea.

Rajoy necesita unas elecciones espesas en Catalunya, cuanto antes. Necesita una magnífica y densa pelea entre facciones catalanas, con incierto vencedor, para apuntalar su discurso de fondo: O nosotros o el caos.

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EMILIA GUTIÉRREZ Mariano Rajoy, ayer en la sala de Columnas de la Moncloa
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